Aharon Eggleston Fotos: AVS PHOTO REPORT |
El jardinero se ha ganado el derecho de estar a diario en la alienación de Leones, luego de tres años de esperar por una oportunidad
Caracas.- Aharon Eggleston prefiere ver el lado brillante de
la vida. Siempre puedes tener un buen día, mejor que ayer. El jardinero de
Leones es optimista por naturaleza.
“Siempre me mantengo positivo. Estoy jugando el juego que
amo”, sonríe Eggleston, minutos después de la práctica del Caracas en el
Estadio Universitario.
En septiembre de 2013, la firma del Acuerdo Invernal entre
Major League Baseball y la Confederación del Caribe estaba en suspenso. Así que
las gerencias de los equipos de la Liga Venezolana de Beisbol Profesional no
habían podido formalizar las contrataciones de los extranjeros que pertenecían
a organizaciones de Grandes Ligas. Eggleston fue uno de los primeros reemplazos
en ser firmado como seguro de vida. Desde entonces el bateador zurdo ha
regresado al país temporada tras temporada, sin que su estatus cambie. Su
trabajo no está garantizado.
Esta vez el cubano Yandy Díaz iba a reportarse tarde al
equipo porque los Indios de Cleveland prefirieron enviarlo a sus instalaciones
primaverales en Arizona, para que se entrenara y estuviera listo en caso de
necesitarlo durante los playoffs. Así que Eggleston tomó su lugar en el roster
de manera provisional.
Díaz se reportó y fue inscrito por el despedido Henry
Urrutia, que en lugar de ser el bate productivo esperado, terminó convertido en
una gran decepción. Eggleston por primera vez en su carrera con Leones aparece
en el roster activo del equipo en las cuatro primeras semanas de un torneo.
Como en todas las ligas de invierno, pocas cosas puedes planificar.
“Ahora que pienso en ello, es cierto. Pero en mi primera
campaña también me quedé un mes con el equipo, ¿no?”, vuelve a sonreír el
estadounidense.
En aquella ocasión, jugó todo diciembre, luego de demostrar
que podía estar arriba en lugar de ser asignado a la filial de los melenudos en
el Programa de Desarrollo.
“Durante los últimos tres años él ha venido bajo ese plan de
trabajo, para resolver cualquier emergencia. Esta vez se ganó su puesto”,
señala el manager Alfredo Pedrique. “He visto a un Eggleston con unas
condiciones físicas mejores que el año pasado. Me ha llamado la atención su
agresividad haciendo swing, haciendo contacto. Ha dado unos batazos clave para
nosotros y sobre todo ha respondido en el left field, porque mi duda era si
podía ayudarnos con guante. Ha lucido bastante bien. Ojalá y siga así”.
Entre 2013 y 2015, Eggleston participó en 25 juegos y
consumió 66 turnos en la llamada Liga Paralela, más que ningún otro importado
en la LVBP. Solo el ex grandeliga Jay Gibbons se le acercó con 18 desafíos y 62
veces al bate, antes de ser despedido por los Navegantes del Magallanes, tres
años atrás.
Aharon Eggleston al lado de su buen amigo Nyjer Morga |
Bajar a las granjas de los equipos puede resultar un
martirio para algunos. El programa se juega en el centro del país, bajo el
intenso sol del estado Carabobo, y los partidos se inician entre las 9:00 am y
11:00 am, dependiendo de las sedes. Así que es probable que los entrenamientos
previos a los desafíos sean en horarios en que habitualmente un importado
regular en la LVBP está descansando en su habitación de hotel, como el resto de
sus compañeros.
“Sabes una cosa, nunca pienso en eso. Solo en estar listo
por si alguien se lesiona o pasa alguna contingencia. Me mantengo positivo y
cuando recibo la oportunidad de jugar, tengo que aprovecharla y tratar de
ayudar al equipo”, enfatiza el bateador zurdo, que ha desarrollado toda su
carrera profesional en ligas independientes.
El curtido jardinero, de 35 años de edad, ha aparecido como
tercer bate en los últimos dos encuentros del Caracas. Antes solo lo había
hecho una vez, durante su primera experiencia en el circuito.
“No me sorprende para nada lo que está haciendo. Tuvo su mejor temporada en la Liga del Atlántico (.310/.388/.404 en 458 turnos). Además es un pelotero que entiende y asume sin problemas su rol en el equipo. En este instante debería estar en la Liga Paralela, pero Urrutia no rindió lo esperado y tuvimos que dejarlo ir. Entonces Eggleston sigue con nosotros. Siempre necesitas un elemento como él en un equipo del Caribe. Es de un gran valor. Además es un excelente compañero y una buena influencia en el clubhouse”, destaca José Manuel Fernández, gerente deportivo de los capitalinos.
Sin importar si está de octavo en el orden o tercero, nunca
pierde la aproximación en los turnos, el enfoque es el mismo. El miércoles
amaneció con un promedio de embasado de .400 y entre sus batazos incluye cinco
dobles, la segunda cifra más alta del club.
“Bueno me gusta ver pitcheos, no importa donde me alineen,
si estoy en el lineup, estoy feliz. Es lo que quiero hacer. Sino aúpo a los que
están jugando”, asegura sin aspavientos.
Eggleston parece imperturbable. Siempre está sonriendo en
las prácticas. Nunca se queja. No pone excusas. Salta al terreno cada día con
el mismo entusiasmo, como si se tratara de la última vez.
“Nyjer (Morgan) y yo siempre hablamos de eso. Muchos
(importados) vienen aquí y se quejan de la comida, de la velocidad de internet,
de cualquier cosa. Entonces pienso que hay tantas otras personas que quisieran
estar en nuestros zapatos, venir aquí. Estoy vivo, saludable, no tengo nada por
qué quejarme. Es muy lindo estar aquí. Vengo de Las Vegas y el clima en Caracas
es muy parecido por esta época. No hay razones para estar molesto”.
Tampoco hay razones para dudar de su sinceridad. Pocos son tan
honestos, tan dispuestos a ser felices en su trabajo y a hablar sobre lo que
realmente les gusta.
“En el beisbol debes sentirte feliz. Nadie te promete nada
para mañana, pero mientras estés saludable, estarás bien. Siempre estoy feliz.
Si te ponchas, siempre vas a tener otro turno. No es el fin del mundo. Nunca
juego molesto, porque si lo hago pienso demasiado: ‘tengo que hacer esto o
aquello’. Si fallaste, ese turno se acabó, enfócate en el siguiente para tener
mejor suerte la próxima vez”.
Sí. Para Eggleston no parece de mucha utilidad echar mano a
cualquier otra cosa diferente al optimismo.
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