El receptor intenta quedarse arriba con los Rays. Asiste a su primer spring training de grandes ligas protegido en roster de 40
Robinson Chirinos llegó a Port Charlotte sin saber qué esperar de Tampa Bay, la organización a la que llegó en un cambio, luego de 10 temporadas en ligas menores con los Cachorros. Pero ya comienza a sentirse miembro de “una familia”.
“He sido tratado como si formara parte del equipo desde hace mucho tiempo. Me siento uno más de la familia”, dijo el receptor, través del hilo telefónico. “Existe un gran ambiente, muchos peloteros jóvenes con deseos de ganar y yo amo ganar”.
En buena medida, la adaptación de Chirinos a su entorno en la sede primaveral de los floridanos se debe a la relación que ha entablado con el dominicano Manny Ramírez, otro recién llegado al equipo.
“Es un tipo muy humilde y trabajador. Pienso que nos parecemos en eso. Desde el principio le agradé. Así que todos los días me busca en mi locker para ir a practicar juntos. Tiene mucha experiencia y no es mezquino al momento de compartir sus conocimientos. Hablamos del juego, de cómo enfrentar situaciones de juego”, abundó el falconiano, que por primera vez asiste a un spring training, protegido en el roster de 40, con opción de hacer el equipo.
Antes de la jornada de ayer no había deslucido. Sumaba tantos turnos como John Jaso (8), que volverá a ser el receptor titular, y su promedio (.375), jonrones (1) y producidas (5) encabezaban a todos los catchers de Tampa Bay en la pretemporada, incluidos Kelly Shoppach y José Lobatón, los otros dos que le disputan el puesto de suplente.
“Espero que las cosas me sigan saliendo bien”, dijo entre risas del otro lado del teléfono el magallanero. “Manny me ha insistido mucho en cómo colocar las manos, dice que batear con las manos muy cerca de las orejas te da mayor oportunidad de reacción y potencia. Lo dice alguien que tiene más de 500 jonrones. Siento que cada día aprendo algo nuevo de él”.
Chirinos hizo la transición del infield a la receptoría en 2008 y desde entonces ha sido el mejor catcher defensivo en las granjas de Chicago, mientras que su bate comenzó a producir como nunca antes. El año pasado fue seleccionado al Juego de Estrellas de la Liga del Sur y, entre las categorías doble A y triple A, terminó con average de .326, 18 cuadrangulares y 74 empujadas, en 92 desafíos. Su OPS se elevó a .999, el mejor entre los caretas y octavo más alto en todas las ligas menores. Si puede exhibir la misma contundencia en la Liga de la Toronja, entonces estará construyendo un sólido caso para quedarse.
“Estoy aquí por el deseo de Tampa Bay”, puntualizó Chirinos, que fue incluido por los oseznos entre un grupo de prospectos en el canje por Matt Garza, en enero. “El gerente general (Andrew Friedman) y el manager (Joe Maddon) me dijeron que no intentara hacer más de lo que estaba a mi alcance. Que ellos sabían lo que era capaz de hacer. Aunque entiendo que debo demostrar que pertenezco a las mayores”.
La desventaja de Chirinos es la inexperiencia en grandes ligas, al contrario de Jaso, Shoppach y Lobatón. Sin embargo, su presencia no ha pasado inadvertida. “Me ha causado una gran impresión”, dijo a MLB.com el coach de bullpen Roberto Ramos, un ex receptor. “Tiene buenas manos, una gran presencia e instintos. Está ansioso por aprender”.
“Existe una gran competencia, pero sana. No se trata de una rivalidad. Todos queremos hacerlo bien, porque es nuestro trabajo”, enfatizó Chirinos. “En mi caso lo planteo como un reto. La clave será acercarme a los lanzadores, conocerlos, entender qué es lo que quieren en cada salida, qué es lo que hacen con su repertorio. Eso me permitirá llamar mejor los juegos, estar seguro de lo que estoy haciendo detrás del plato. El resto llegará”.
Esta nota apareció publicada en el diario El Nacional el 6 de marzo de 2011
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