El árbitro activo con más años de experiencia en la LVBP
encontró su vocación administrando justicia
El buen juicio y el carácter de un umpire deben ser los
pilares que sostengan su desempeño en el terreno. La integridad del juego
descansa en sus manos. Una enorme responsabilidad que pocas veces es
reconocida.
“El mejor árbitro, es aquel que no se hace notar”, reza una
máxima que es repetida una y otra vez, cuando los oficiales hacen su trabajo.
Es, tal vez, su única recompensa. Aunque no la esperen y siempre estén bajo la
lupa del escrutinio público.
“Lo que hacemos es la misma labor de un juez en un tribunal,
con la diferencia que no disponemos de meses para estudiar los casos y luego
decidir. La sentencia debe dictarse de inmediato. Eso aumenta el margen de
error, pero siempre tratamos de apegarnos a lo más justo. Nuestra labor es
hacer que el juego sea justo”, afirmó Jairo Martínez, que cuenta 18 años de
experiencia en la Liga Venezolana de Beisbol Profesional, más que ningún otro
de sus colegas activos.
El juez se ha ganado el respeto del circuito a pulso,
temporada tras temporada.
“Tienes que generar confianza en todas las personas
involucradas en el juego. Cuando logras eso, has ganado buena parte del
camino”, agregó el marabino, de 41 años de edad.
La noche del lunes, La Guaira jugaba un partido crucial en
sus aspiraciones para clasificar, contra Zulia. En el cuarto inning, José
Martínez conectó un batazo ceñido a la raya del jardín derecho, al que no pudo
llegarle Anthony Gallas, tras lanzarse hacia su mano enguantada. La pelota picó
en zona buena y se abrió hacia el bullpen de Tiburones. El relevista Joseph
Ortiz tomó la pelota y obstaculizo el desarrollo de la jugada.
Jairo Martínez, que se encontraba en la inicial y siguió de
cerca la acción, decretó out por interferencia ofensiva (Regla 7.11). En lugar
de iniciar la entrada con un triple, los escualos se encontraron con las bases
limpias. Ese episodio pudo haber cambiado la historia del desafío que ganó
Águilas en 11 innings.
Martínez nunca dudó en el momento de hacer justicia y
explicó su decisión al manager Buddy Bailey, que regresó sin protestar al
dugout. La confianza en sus funciones se mantuvo intacta.
“La parte más importante es la concentración que puedas
tener dentro del campo. A este nivel, el conocimiento de las reglas es algo
fundamental. Es muy importante el manejo que puedas tener de las reglas de
juego. Porque, si no estás enfocado, te puede sorprender una situación y dejas
de aplicar el precepto adecuado. Este trabajo demanda, en cuestiones de
segundos, crear en tu mente una imagen de la jugada y llevarla al libro de
reglas para ejecutar una sentencia rápida”, glosó Martínez.
Primero con Rich García, a principios de la década pasada, y
desde 2004, con Jorge Bauzá, ambos supervisores de árbitros del sistema de
ligas menores de Major League Baseball, la LVBP se ha propuesto elevar el nivel
del arbitraje en el país y lo ha logrado. Martínez, el jefe de grupo más
experimentado del circuito, es una muestra de ese desarrollo.
“El progreso del arbitraje se ha vivido en tres etapas. Al
principio los árbitros trabajaban con mucho temor porque se cuidaban de los
equipos con mayor afición. Cumplían con su trabajo, pero se preocupaban mucho
por la cantidad de fanáticos que asistía al estadio, qué equipo era home club.
Ese tipo de cosas. Luego llegó la época de la reestructuración en la que
llegaron jueces nuevos como Darío Rivero y Manuel González. Yo mismo fui
creciendo con ellos. Más tarde se incorporó Bauzá como supervisor de MLB”,
refirió Martínez. “Aunque las personas que nos observan desde la esquina del
corazón de sus equipos y nos critiquen, los que ven el beisbol un poco más
allá, entienden que hemos progresado de manera exponencial”.
Hoy día, el Venezuelan Umpire Camp (VUC) que dirige Miguel
Hernández, coordinador de árbitros del país y uno de los profesionales más
reputados en el oficio, cuenta con el respaldo y el aval de Minor League
Baseball.
Venezuela es el país con más árbitros en el béisbol
organizado después de Estados Unidos, con siete. El grupo lo encabeza Manuel
González, que está en las mayores, junto con Carlos Torres (AAA), Robert Moreno
(AAA), Jorge Terán (AA), David Arrieta (AA), Jonathan Parra (A) y Edwin
Moscoso. Los tres últimos se graduaron en el VUC de 2011.
“Allí está el cambio. Es un crecimiento enorme. La mayoría
tenemos una carrera universitaria y el arbitraje se ha ido tomando con mucha
más seriedad y responsabilidad. Eso se puede palpar en el campo”, destacó
Martínez, que en 1997 obtuvo en LUZ una licenciatura en educación física,
mención en deporte, con una especialización en beisbol por el Instituto
Panamericano de Educación Física. “Ahora, el arbitraje comienza a verse como
una profesión de la que puedes vivir”.
Martínez, como tanto otros jóvenes en el país, soñó con ser
pelotero. Pero una lesión en las rodillas lo apartó del terreno a los 12 años
de edad.
“Me puse a ayudar al entrenador de mi equipo y me dijo que
iba a ser su coach. En el beisbol menor haces de todo y aprendí mucho. Cuando
me recuperé supe que no tenía las habilidades para aspirar a algo más, aunque
siempre fui un enamorado de los deportes. Una vez en la universidad, hice un
curso con árbitros profesionales y decidí que allí podría encajar. Era el año
1991. Arbitraba en el béisbol menor y Pequeñas Ligas. Años más tarde, hice una
carta para pertenecer al grupo de árbitros profesionales de Maracaibo y logré
una invitación al campamento de la LVBP. Esa fue la decisión más importante de
mi vida”.
En septiembre de 1996 fue llamado por Rubén Mijares, para
ese entonces coordinador de árbitros de la LVBP, para unirse al grupo de
umpires que se desempeñaba en Maracaibo.
“Mi primer jefe fue el señor Rubén Darío padre. También
estaba Musulungo, que me enseñó mucho de la profesión, a pesar de todos los
errores que se le señalaban. Cuando tuve cuatro campañas de servicio, me
designaron jefe de grupo. Apenas contaba 27 años”.
Martínez ha tenido ese estatus durante 15 años, ha asistido
a dos campeonatos mundiales de la IBAF y cinco Series del Caribe, además de
múltiples torneos internacionales y Pequeñas Ligas.
“Es uno de los mejores árbitros del país por su vasta
experiencia”, destacó Miguel Hernández. “Su principal virtud es el conocimiento
de las reglas y su capacidad de respuesta en situaciones de cualquier índole.
Además es muy tolerante en el terreno, algo que debe ser una de las virtudes de
un umpire”.
Martínez aspira a seguir en los campos de juego al menos un
par de zafras más para unirse al reducido grupo de los árbitros con 20 o más
años en el circuito. Una cofradía a la que pertenecen Henry León, Francisco
Ramírez, Emilio Velásquez y Musulungo Herrera, entre otros.
“Jairo es instructor jefe de VUC y creo que podrá seguir
aportando como docente por su capacidad pedagógica. Aunque lo veo al menos unos
cuatro años más uniformado”, agregó Hernández, que durante más de un lustro fue
su compañero.
“A mi familia le gustaría que me retirara al término de la
campaña, pero quiero seguir. No sé por cuánto tiempo más. Después me gustaría
seguir en el área de formación. Es lo que siempre he pensado. Porque desde el
punto de vista físico las condiciones van mermando”, puntualizó Martínez.
Mientras toma esa última decisión en su carrera, se prepara
para un nuevo encuentro en el que deberá aplicar justicia.
Esta nota apareció publicada en LVBP.com el 30 de Diciembre
de 2014
No hay comentarios:
Publicar un comentario