Cada primavera algunos de los peloteros invitados a los entrenamientos fuera de roster, protagonizan historias casi épicas cuando logran su objetivo final: comenzar la temporada en las grandes ligas, después de trabajar duro y competir a diario por una posición en la que, tal vez, aparezcan otros cinco peloteros con las mismas posibilidades.
A esta clase pertenecen jugadores que siempre se encuentran volando fuera del radar, intentando demostrar que su precaria situación en la pretemporada puede causar algún impacto a finales de marzo, cuando el calendario regular esté cerca de su inicio, si consiguen que las miradas de los managers se vuelvan hacia ellos.
Miguel Cairo es un ejemplo de esa suerte de Fénix que renace de sus cenizas cada vez que los campos primaverales abren sus puertas.
En 2009 se ganó un lugar en Filadelfia y al año siguiente con Cincinnati, que le renovó el contrato hasta 2011, un estatus extraño para el veterano infielder, que dejó de ser titular desde finales de los 90, cuando se marchó de Tampa Bay para convertirse en uno de los venezolanos que ha vestido más uniformes en las grandes ligas (9), gracias a su versatilidad.
El receptor Gustavo Molina ha recibido invitaciones a los entrenamientos de primavera en los últimos siete años de los Yanquis, Medias Rojas, Nacionales, Mets y Medias Blancas, la organización que lo firmó y con la que debutó en las mayores en 2007. Considerado un especialista de la mascota, su presencia en el spring training no es extraña por la necesidad de catchers en el inicio de las prácticas, cuando alrededor de 25 lanzadores necesitan calentar y hacer bullpen, antes de comenzar los juegos de exhibición. Por esos días, nunca sobran los caretas.
Ese era, en principio, la razón por la que se encontraba en Tampa con los Yanquis desde finales de febrero, pero las circunstancias lo han colocado en posición de iniciar la campaña como suplente de Russell Martin. Las cosas no han funcionado como esperaban los Bombarderos del Bronx y la competencia por la posición ahora tiene un matiz inesperado. Martin tuvo un inicio lento por la cirugía a la que se sometió el año pasado para corregir una lesión en la rodilla derecha, que ha afectado su desempeño en la primavera y, de acuerdo con los reportes de los scouts -según Bronx Baseball Daily-su defensa sigue sin llenar las expectativas. Francisco Cervelli se fracturó un pie, Jesús Montero, el prospecto número uno de la organización, no ha jugado lo suficientemente bien como para ganarse el trabajo, y aunque Austin Romine no se ha visto mal, en la oficina de los neoyorquinos dudan que pueda dar el salto desde doble A. Jorge Posada dejó los aperos para convertirse en bateador designado y Molina, el tipo en el que pocos repararon hace un mes, se convirtió en el seguro de vida hasta que Cervelli pueda regresar.
No es la primera vez que Molina se encuentra en una situación similar. En 2007 se impuso a su compatriota Wiki González por el puesto de suplente de Chicago. El manager Oswaldo Guillén lo prefirió por su juventud y sus dotes con la mascota, calificadas como las mejores de la organización en 2006 por Baseball America. "Tiene potencial y quiero ver hasta dónde puedo llevarlo", dijo Guillén en aquella oportunidad. Molina terminó jugando 17 partidos, la mayor cantidad en una campaña en las mayores para él, pero su pobre actuación ofensiva (.111/.138/.148) lo envió de regreso a las granjas de los Medias Blancas. Este año ya aseguraron su cupo en el roster de 25 Freddy García, como quinto abridor de los Yanquis, y Enrique González, que será usado como relevista intermedio de los Tigres.
Ninguno estaba protegido y llegaron al spring training con pactos de ligas menores ¿Se unirá Molina a ellos?
Esta columna apareció publicada en el diario El Nacional el 28 de marzo de 2011
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