Peralta celebra después de disparar su primer jonrón en las grandes ligas, contra Aaron Harang de los Bravos de Atlanta. Un estacazo de 427 pies entre el jardin derecho y central de Chase Field |
Luego de sufrir una lesión en el hombro que le impidió seguir sobre el montículo, el valenciano cambió de posición y no desmayó hasta cumplir su sueño de llegar a las grandes ligas
David Peralta cuenta entre sus virtudes la
perseverancia, no darse por vencido aunque las circunstancias obliguen a
la capitulación. Si la vida es una larga caída, el valenciano siempre ha creído
en el poder de colocar rodilla en tierra para luego incorporarse y seguir
adelante.
A los 19 años de edad, los Cardenales de San Luis,
la organización que le había firmado, decidió dejarle libre. Cuando regresó a
Venezuela le estaba esperando la carta de despido de los Tigres de Aragua, su
club en la LVBP.
El sistema, como a tantos otros, lo devoraba y luego
lo arrojaba como despojo. Era lanzador y su hombro no respondió a sus deseos de
ascender a las grandes ligas.
Siete años más tarde, Peralta apareció como titular
en los jardines de los Diamantes de Arizona. Tras un largo viaje y la decisión
de cambiar de lugar en el campo de juego, fue finalmente ungido.
“El sueño de cualquier pelotero profesional es
llegar a las mayores”, asegura, el novato que atrae miradas con los desérticos
en la gran carpa, al otro lado del teléfono. “Entonces me lesioné dos veces el
hombro (se desgarró el labrum, un cartílago, que rodea a la rótula y ayuda al
movimiento fluido de la articulación) y en ambas ocasiones tuvieron que
operarme. Una vez que mejoré, me despidieron y cuando eso ocurre en Estados
Unidos, generalmente te quedas sin trabajo en Venezuela. Fue un duro golpe,
aunque nunca pasó por mi cabeza retirarme”.
San Luis se había esforzado por reclutarlo el de 2
julio de 2005. El derecho Deolis Guerra se convirtió en la principal atracción
de aquel proceso de firmas internacionales, tras recibir una bonificación de
730.000 dólares de los Mets de Nueva York, pero el nombre de Peralta sonaba
entre los scouts.
“Tenía buen brazo. Su recta estaba entre las 86 y 88
millas por hora. También jugaba en el outfield, solo que su proyección desde el
montículo era muy buena. Estaba más desarrollado como pitcher y su condición de
zurdo le daba más valor. Fui a verlo a Guacara y hablé con sus padres. Pero en
ese momento no teníamos cómo cubrir sus aspiraciones”, recuerda Francisco
Cartaya, scout internacional de los Dodgers de Los Ángeles, que en el aquel
momento buscaba talentos para los Rockies de Colorado.
Wilmer Becerra, escucha de los Cardenales, hizo el
seguimiento a Peralta y recomendó su firma a Enrique Brito, coordinador de
scouts de San Luis en Latinoamérica.
“Lo vi lanzando y me convenció”, señala Brito, que
ahora trabajo como cazatalentos independiente en República Dominica. “Además de
su recta tenía una buena curva. Definitivamente, era un zurdo con proyección.
Le dimos $30.000 por su firma”.
Los Astros de Houston también se sumaron a la puja
por Peralta, pero la oferta de los pájaros rojos se impuso.
“Conseguimos por la misma cantidad a Eduardo Sánchez
y por $7.000 a Jorge Rondón. Fue un año productivo para la organización y los tres
llegarían, eventualmente, a las mayores, pero sin duda la historia de David es
increíble”, agrega Brito, uno de los scouts venezolanos de mayor prestigio en
los últimos 20 años.
Peralta fue asignado al circuito veraniego de
Dominicana y luego lanzó con el Johnson City, en la Liga de los Apalaches,
entre 2006 y 2007. Estando allí se lastimó.
“Mucha gente creyó en mí. Cuando me firmaron me
dijeron que tenía más posibilidades de llegar como pitcher y mi condición de
zurdo me favorecía. Pero, simplemente, no pude”, destaca Peralta con un dejo de
nostalgia. “Mi brazo estaba demasiado lastimado para seguir lanzando. Así que
me sometí a un plan de entrenamiento físico que me permitiera jugar todos los
días como profesional. Una vez estuve preparado conseguí un contrato de liga
independiente. Gracias al apoyo de mi familia y mis amigos más allegados logré
volver a jugar beisbol”.
Pasaron tres largos años. Tras dejar 5.69 de
efectividad en 62.2 innings como serpentinero, empuñó el madero y de inmediato
causó impacto. En 2011 terminó con el tercer mejor promedio (.392) de la North
American League y en 2012 exhibió el average más elevado para un toletero zurdo
(.332) en la American Association y dejó un OPS de .854, guarismo reservado a
bateadores de élite.
“Regresé a lo que había hecho antes, como amateur:
jugar en los jardines. Jamás pienso en el fracaso. Siempre supe, en mi mente,
que podía tener éxito. El resto fue dedicación, trabajo fuerte y disciplina.
Allí creo que radica el éxito”.
Pronto ese esfuerzo comenzó a ser notado. Brito, que
formaba parte de la oficina de los Bravos de Margarita, influyó para que le
dieran una oportunidad.
“Era aquel muchacho. El pitcher. Bateó muchísimo en
la Liga Paralela. Lo de las ligas independientes no era una causalidad”, relata
el scout.
El reputado Don Baylor, que dirigió a los isleños en
parte de la zafra 2011-2012, llegó a decir que el patrullero tenía el mejor
swing del club.
En 2013, Peralta regresó a la American Association
con el equipo Amarillo y, literalmente, continuó vapuleando a sus antiguos
colegas del montículo. Su línea de producción era de .352/.381/.604 luego de
182 turnos, repartidos en 42 encuentros, cuando una llamada iniciaría el cambio
de 180º que viviría en su carrera.
“Bueno, sí (risas). Ese trabajo llamó la atención
del beisbol organizado. Hace año y medio supe que la gente de Arizona me estaba
siguiendo, que había estado pendiente de mí entre enero y febrero. Un scout me
dijo que apenas tuvieran un cupo disponible en ligas menores comprarían mi
contrato y así fue. En julio de 2013 me llamaron”.
Chris Carminucci, ex manager de circuitos
independientes y scout de Arizona en esas ligas, quedó prendado.
Los Diamantes estaban expandiendo sus operaciones
tratando de buscar talento en equipos que no estuvieran afiliados a Major
League Baseball (MLB). Una política respaldada directamente por Kevin Towers,
gerente general, y Mike Bell, director
de desarrollo de peloteros, quienes estaban en constante comunicación con Bill
Bryk, asistente especial a la gerencia y un entusiasta del beisbol Indy, y
Carminucci, que además de Peralta reclutó el año pasado a varios peloteros
fuera de MLB, entre ellos el outfielder Dustin Martin (Atlantic League), así
como los derechos Mark Serrano (American Association) y Brandon Sinnery
(Frontier League). Todos con buenos números en ligas menores de los D-Backs.
En 51 desafíos, Peralta ligó .346/.370/.534, con 42
empujadas y 8 jonrones para el Visalia (A+).
“Compramos el contrato de Peralta porque lo
conocíamos. Decidimos darle una oportunidad y terminó siendo una agradable
sorpresa”, dijo Bell a MiLB.com el año pasado.
“Ha hecho un gran trabajo. Me gusta mucho”
Peralta, que en principio solo llenó un cupo en el roster
de ligas menores de Arizona, se convirtió en una opción para ocupar la vacante
dejada por la lesión de A. J. Pollock a finales de mayo. El carabobeño golpeaba
.297/.359/.480 con el Mobile (AA) y sus 46 remolcadas eran la segunda mejor
cantidad en la Liga del Sur, uno de los circuitos con mejor pitcheo (3.83) en
el sistema de MLB. Estaba en el momento y el sitio adecuado.
“Nos encontrábamos en la carretera, después de jugar
el primer partido de una serie en Chattanooga”, rememora Peralta. “Me disponía
a irme a la cama, cuando el manager (Andy Green) tocó la puerta de mi cuarto.
Me dijo que me iban a ascender y en ese instante pensé que era para triple A.
Luego me corrigió. Iba a las grandes ligas. No supe qué decir. Estaba tan
feliz, tenía ganas de llorar, de gritar, de reír. Traté de llamar a toda mi
familia, a mis padres, a mis hermanos, a mi esposa. Fue algo realmente
inolvidable”.
Peralta no ha parado de batear desde su ascenso. El
lunes amaneció con promedio de .429 (28-12), luego que en la víspera descargara
su primer cuadrangular en las mayores y extendiera a siete sus encuentros con
al menos un hit, desde que debutó el 1° de junio, un récord para un recluta de
los D-Backs, incluidos cinco juegos de dos imparables.
“No llevamos una lista. Creo que hemos firmado a
unos 10 peloteros de ligas independientes, pero David es muy especial porque
era un lanzador”, comenta Josh Rawitch, vicepresidente de comunicaciones de
Arizona, a través de un correo electrónico.
“Ha sido mucho más fácil la adaptación al equipo con
tantos venezolanos como compañeros. Somos una familia. Gerardo Parra, Martín
Prado y Miguel Montero, que varios años en las mayores, me han tratado muy
bien, igual que Henry Blanco, uno de los coaches. Creo que ocurre lo mismo con (el
también novato) Ender Inciarte”, abunda Peralta, que quizás logre replicar el
éxito que ha tenido recientemente el derecho Brandon Kintzler de los Cerveceros
de Milwaukee.
El relevista y ex prospecto de los Padres de San
Diego se lastimó el manguito rotador, perdió la zafra de 2006 y fue dejado
libre. Emigró a una liga indy (2007 y 2008) y luego se estableció en las
mayores.
Para Peralta el futuro vuelve a ser una promesa,
renovado, con un sinfín de posibilidades.
“Es un orgullo ser parte de esta historia y espero
que esta sensación se quede para siempre”.
Sus palabras transmiten la pasión de quien se ha
ganado a pulso cada uno de sus logros. Atrás quedaron los clubes independientes
y el sistema de granjas de las mayores. Son peldaños superados de su pasado
inmediato, aunque no se permite olvidar de dónde viene.
“Todavía no lo digiero. Es como si tratara de un
sueño, pero es real y para seguir jugando a este nivel, para seguir llevando el
uniforme de Arizona, debo continuar trabajando, esforzándome cada día que salgo
al terreno”.
Un coach de bateo especial
El viernes de la semana pasada, horas antes del inicio de una serie de tres partidos contra los Bravos de Atlanta en el Chase Field, David Peralta recibió a su esposa Jordan en el Aeropuero Sky Harbor de Phoenix, para disfrutar de su compañía por el resto de su estadía con los D-Backs.
Jordan Laria, que jugó softbol entre 2006 y 2008 con el equipo Sailfish de la Palm Beach Atlantic University, mientras se graduaba de profesora en educación física, se ha convertido en una de las principales consejeras de David al momento de empuñar el madero.
“Desde que nos conocimos (en Júpiter, Florida) y nos casamos hace tres años, es una de las personas que más me ha apoyado. Cuando necesito que alguien me lance una práctica de bateo ella siempre se ofrece. Incluso si observa que algo no anda bien con mi swing, lo nota de inmediato y me dice que debo hacer ajustes para volver a lo que me estaba funcionando (risas)”.
Ahora ambos compartirán las bondades de estar en las grandes ligas. Peralta superó la estrechez del salario de ligas menores para ganar el sueldo mínimo anual de las mayores ($500.000). Es el momento de pensar en algunos proyectos postergados. La pareja todavía no tiene hijos. “Por ahora”, suelta el jardinero y vuelve a sonreír al otro lado del teléfono.
Parte de la historia
David Peralta conectó su primer indiscutible en las mayores contra Alfredo Simón (Cincinnati) el 1° de junio. Ese día terminó con dos imparables para convertirse en apenas el sexto miembro de los D-Backs que debuta con un partido multi-hit. El jardinero, de 26 años de edad, es el venezolano 19 que lo consigue.
En su estreno, Arizona alineó por primera vez su historia a cinco venezolanos como titulares: Gerardo Parra (RF), Miguel Montero (C), Martín Prado (2B), David Peralta (LF) y Ender Inciarte (CF). También por primera vez en los anales de MLB cinco criollos en un lineup abridor terminan con al menos un imparable cada uno. Además nunca antes tres jardineros del país habían estado juntos con el mismo equipo en un encuentro de la Liga Nacional. En la Americana ocurrió en cuatro oportunidades durante 2009, cuando lo hicieron Ronny Cedeño, Franklin Gutiérrez y Endy Chávez con los Marineros de Seattle.
Esta nota apareció
publicada en el portal Letrasdeportes el 9 de Junio de 2014
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