La estrella de Houston está en medio de un gran inicio de campaña, pero no pierde su humildad y asegura que es uno más en el equipo texano
HOUSTON
Uno de los accesos al clubhouse de los Astros está muy cerca
del Diamond Club del Minute Maid Park, que recibe a importantes personalidades
de Houston y el estado de Texas, incluida la connotada familia Bush. Franqueando
la entrada a tan exclusiva área, los socios son recibidos por una gigantografía
de José Altuve, la joven estrella del equipo, que abarca una pared de 20 metros.
La imagen del segunda base decora buena parte del estadio y
cada noche, cuando los siderales juegan en casa, una enorme feligresía con el
número 27 en su espalda aplaude a rabiar cada vez que el maracayero consume un
turno o completa una jugada en la intermedia.
Cuatro horas antes del inicio del primer partido de una serie
contra los Atléticos de Oakland, Altuve luce absorto, ajeno a todo aquello que
le rodeará una vez que el umpire principal grite “play ball”. Refugiado en la
comodidad de una silla reclinable, frente a su locker, solo parece importarle lo
que revisa en su iPhone.
Las cuatro temporadas con récord negativo de Houston, tres
de ellas con al menos 100 derrotas, parecen ser parte de un lejano recuerdo. Al
menos, en mes y medio de campaña, los Astros parecen ser otro equipo, uno que
compite y encabeza la división oeste de la Liga Americana. Así que el ambiente
que se respira en la intimidad del vestuario del club es ligero, distendido. En
45 minutos todo el equipo deberá iniciar la práctica. No hay razones para
apresurar las cosas.
“El equipo se ve bastante sólido. No importa a quien
enfrente, tiene posibilidades de ganar. Y creo que se siente mucho mejor comenzar
de esa manera, luego de esas cuatro campañas con más derrotas que triunfos”,
dice Altuve, todavía ataviado con bermudas y una sudadera. “Desde los
entrenamientos me di cuenta que era un club totalmente diferente. Trajimos a
varios peloteros con experiencia en postemporada y añadimos mucho poder a la
alineación con Colby Rasmus, Evan Gattis y Luis Valbuena, que es nuestro líder
jonronero (10), quienes se unieron a Jason Castro y Chris Carter. Así que
podemos estar tres o cuatro carrera abajo y con dos o tres swings cambiamos el
curso del juego. Es lo que hemos venido haciendo”.
Houston encabeza las Grandes Ligas con 57 cuadrangulares,
pero también ha jugado una gran defensa, es el noveno de las mayores con menos pifias
(20) y el primero en asistencias (443), en tanto que su pitcheo es el tercer
mejor de la Americana (3.55 PCL).
“Es el equipo que queríamos ser”, afirma Altuve, que pese a
toda la atención que genera a su alrededor por sus logros, prefiere ser visto
como uno más del equipo y rehúye al calificativo de líder.
“Todo el que se uniforma quiere salir al terreno a dar lo
mejor. Tenemos 25 líderes en el equipo que quieren ganar. No dependemos de un
bateador o un pitcher en particular. Todos en el roster han sido figuras. Si
revisas, en 38 partidos hemos tenido una figura diferente y creo que eso nos
hace ser un buen equipo”, enfatiza el joven de 25 años.
Houston dio una muestra de lo que habla el camarero en la
serie de cuatro desafíos contra los Azulejos de Toronto, que terminó el
domingo. Altuve, así como Marwin González y Valbuena, los otros venezolanos del
equipo, sacaron la bola del parque. También lo hicieron George Springer,
Rasmus, Gattis y Carter.
Ese esfuerzo colectivo terminó en una barrida para los
canadienses y los Astros igualaron el récord de la franquicia en sus primeros
38 encuentros (25-13), establecido en 1998.
“Es un equipo que se ve sólido y lo demuestra en el terreno.
Nuestra defensa y el pitcheo están en el tope de la liga. Algunos pueden
sorprenderse, nosotros no”.
Altuve maravilló a todo el beisbol en 2014. Se convirtió en
el primer miembro de los Astros con un título de bateo. Lideró las mayores con
225 hits, una marca para la franquicia y para venezolanos, y 69 encuentros con
más de un imparable, incluidos 24 de al menos tres hits. Además se erigió en el
segundo pelotero en la historia con 225 petardos, 47 dobles y 56 robos en la
misma zafra. El otro fue Ty Cobb, miembro del Salón de la Fama, en 1911.
Además
sus imparables significaron la mayor cantidad para un segunda base en 78 años.
Un listón que pareciera alzarse demasiado alto para Altuve.
Las expectativas son enormes. Lo que supondría un gran peso sobre las espaldas
del infielder. Cada vez que va al plato, su pasado reciente le persigue. Aunque
insiste en que “no hay presión”. Nada ha cambiado.
“No. En absoluto. Llegué al campo de entrenamientos como en
cualquier otro año. Traté de prepararme lo mejor posible y estoy satisfecho con
el inicio de temporada. Tengo más jonrones (5) y empujadas (24) de lo que tenía
para esta fecha el año pasado (1 HR y 17 CI). Quizás no tenga tantas bases
robadas (14, la mejor maca de la Americana) o mi promedio no sea impresionante
(.316), pero igual es un buen inicio. Todavía falta un buen trecho por
recorrer”, destaca Altuve.
Ese comienzo incluye una cadena de nueve juegos con múltiples
imparables, que empató el récord de los Astros que ostentaban Jesús Alou (1969)
y Billy Hatcher (1987), y una selección como Jugador de la Semana.
“Es un pelotero único. Es divertido verlo jugar”, afirma
Dave Hudgens, ex manager de los Leones del Caracas y actual coach de bateo de
Houston. “Tuvo una gran preparación y posee un amplio conocimiento del juego.
Sale al terreno y hace su trabajo. No piensa en repetir lo que hizo en 2014. No
actúa bajo esos términos. Sabe que es uno de los mejores jugadores de la liga y
su juego es grande. Es increíble todo lo que puede hacer. Está jugando una gran
defensa y está bateando muy bien. Ahora, pocas veces preguntan sobre su
estatura y a él realmente no le importa”.
Altuve entiende que su talla siempre será un tema
recurrente.
“Claro. Pero si he podido jugar aquí durante cuatro años, ¿por
qué no podría seguir haciéndolo? Como pelotero siempre he creído en mí y es
algo que me inculcaron y agradezco a toda mi familia. Tienes el sueño de llegar
a las Grandes Ligas, pero nunca te crees las cosas que te están pasando. Así
que no pienso desmayar para seguir cosechando éxitos y seguir en este nivel”.
Altuve fue el protagonista del film “Big Dreams: The Jose
Altuve Story”, que se estrenó en el teatro Majestic Metro de Houston el mes
pasado, dirigido por Danny Field y narrado por el actor Dennis Quiad. Un equipo
de producción de Major League Baseball siguió al venezolano durante buena parte
del receso de temporada hasta la primavera.
La película fue una idea del dueño de los Astros, Jim Crane,
en un intento porque Altuve recibiera más publicidad luego de 2014. El plan de
la organización es reestructurar el equipo en torno a su joven estrella.
“Ha sido una de las cosas que me tienen más contento como
pelotero. Servir de inspiración para otros es importante. No importa cuántas
veces te rechacen o te digan que no puedes hacerlo, siempre tienes la
posibilidad de alcanzar tus metas”.
“Nadie sale al terreno a perder. No puedes encontrar excusas
para no intentarlo. Altuve es un buen ejemplo”, dice González, utility de los
Astros.
Houston trata de llevar a gran escala esa actitud. La
campaña es joven y nadie hubiese apostado su dinero por el club. Si eres
subestimado, siempre valdrá la pena intentarlo.
“Esto es día a día. Tenemos que seguir jugando buen beisbol
como hasta ahora. Esa ha sido la clave para nosotros”, puntualiza Hudgens.
“Quiero hacer mi juego”, agrega Altuve, que este año ha sido
usado la mayor parte del tiempo como primer bate. “Trato de embasarme, robar
bases. No importa en qué lugar me encuentre en la alineación. Debo producir. De
eso se trata”.
Todos los viernes, sin importar el resultado del partido, la
noche en el Minute Maid Park termina con un show de fuegos artificiales. El
techo movible del parque se abre para mostrar la explosión de colores.
Altuve encara cada partido con ese espíritu. No importa lo
que ocurra, disfruta la oportunidad que tiene en frente. Sin olvidar lo efímero
de los juegos de artificios. Más allá de su celebridad y sus números. Cada día
le ofrece la posibilidad de volver a jugar y seguir adelante. Sin prisas.
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