Foto WILLIAMS MARRERO |
El curtido técnico ha sido criticado, pero es el manager con mejor porcentaje de victorias desde 2006. Las estadísticas son secundarias para el estratega
Marco Davalillo no le teme a los que otros podrían considerar causas perdidas. Se ha convertido en el último recurso cuando nadie se atrevería a tomar las riendas de un equipo y ha conseguido resultados.
Lo hizo con Caribes y ahora con Tiburones. No se apega al “librito” que todos conocen, pero que todavía nadie ha escrito ni publicado. El corazón le dicta qué hacer y los resultados le respaldan.
El 9 de diciembre de 2006 le entregaron al equipo anzoatiguense, luego de los despidos de Luis Dorante y Dave Machemer. Restaban 15 encuentros y terminó con récord de 9-6. Al siguiente año fue ratificado en el cargo y guió a la tribu al mejor récord de la Liga Venezolana de Beisbol Profesional (39-24) y se llevó el premio Manager del Año.
Al año siguiente cortó lazos con los orientales y fue contratado como parte del cuerpo técnico de La Guaira y el destino lo volvió a poner en situación muy parecida, tres campañas más tarde. Se encargó de un club moribundo, después de ser cesanteados los estrategas Carlos Subero y Phil Regan. Un deja vu que ayer le ofrecía la posibilidad de ser el primer clasificado de la contienda 2011-2012.
“No voy a hablar de lo que ocurrió antes de ser nombrado piloto de esos equipos. Lo importante es que cuando llegué le brindé confianza a los peloteros. Independientemente de lo que ocurra, siempre tienen mi apoyo incondicional”, explica. “No ganas sino tienes a un clubhouse contento. Porque pasamos más tiempo aquí que en nuestras casas. Los peloteros saben que tienen un compromiso, pero al final es un juego y deben salir a divertirse. A correr duro, a hacer los ajustes, a disfrutar del público”.
Esa filosofía lo tiene con una marca de 101-67 desde que se convirtió en el salvavidas de Caribes. En 168 encuentros exhibe un porcentaje de triunfos de .601. Ni si quiera Buddy Bailey (167-156, .517), mandamás de Aragua, se le acerca durante ese período, de acuerdo con Quality Sports.
“No tengo idea de cuantos ganados o perdidos llevo en mi carrera”, asegura. “Las estadísticas individuales o colectivas de mi equipo y de los rivales las reviso, pero me guío más por la intuición. ‘Este es el tipo para hoy y listo’. Pero a nivel personal. No me quita el sueño. La única estadística que llevo es la de PlayStation porque nunca gano. He perdido como 100 juegos con mi hijo (risas)”.
Muchas veces criticado, no le da vueltas al asunto. No se complica. Actúa cuando lo cree conveniente. Como cuando decide traer a Rafael Álvarez de emergente y resuelve los encuentros. Así de fácil.
“Las críticas son bienvenidas, no les paro. Si el fanático no está de acuerdo, está bien. Lo que no me gusta es la ofensa porque nuestras familias vienen al estadio. Nunca ofendo a nadie. Soy un profesional… y sobre las estadísticas, bueno, no estoy pendiente de ellas”.
Es posible que vuelva a sonreír si se entera que desde el 16 de noviembre de 2010, cuando asumió el mando de La Guaira, sus dirigidos juegan para 53-17 (.589) el mejor registro del circuito durante ese lapso.
Esta nota apareció publicada en el diario El Nacional el 21 de diciembre de 2011
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