domingo, 7 de octubre de 2012

Carlos Hernández no pierde el entusiasmo

Hernández nunca pierde el optimismo y es una gran influencia en el dugout valenciano


El ex prospecto de los Astros se sobrepone a las lesiones que lo han afectado a lo largo de su carrera y trata de regresar a la rotación del Magallanes

VALENCIA
Carlos Hernández vuelve a pensar en abrir partidos. El zurdo ha tenido una destacada pretemporada y se entusiasma con la idea.
Se presentó al campo de entrenamientos del Magallanes en las mejores condiciones físicas “desde que estuve en grandes ligas”, según refiere.
“Me he sentido bastante bien. La fuerza en el brazo regresó, la localización y comando en mis pitcheos es la adecuada, mientras que los envíos secundarios han funcionado como quiero. No puedes pedir más en este instante de las prácticas”, asegura con su habitual tono pausado.
A mediados de la semana tiró tres sólidas entradas en un partido de exhibición, contra el Caracas. Permitió una carrera inmerecida y ponchó a cinco rivales.
“Lució en forma”, asegura el coach Gregorio Machado. “Mostró mucho control y una curva de gran rotación. Sin duda tiene un buen caso para abrir el partido inaugural”.
La decisión todavía no está tomada, pero el zurdo no ha pasado inadvertido para el manager Carlos García.
“Estuvo alrededor de la zona de strike. Colocó sus envíos donde quiso. Me gustó lo que vi”, puntualiza el estratega.
Como siempre, la clave para Hernández será mantenerse alejado de las lesiones. Un estigma que lo ha perseguido a lo largo de su carrera.
“Para mí sería muy importante volver a tener la responsabilidad de abrir partidos”, revela. “Claro, entiendo que después de tres operaciones (en el hombro), no será lo mismo. Muchos me han recomendado que siga como relevista, pero durante toda mi carrera he sido abridor. En ese rol me siento más cómodo, puedo trabajar a los bateadores con todo mi repertorio. No considero que sea solo un lanzador para retirar a un zurdo”.
En las últimas dos temporadas, Hernández ha sido un pitcher situacional. Algo impensable hace algún tiempo.
Con apenas 21 años de edad, en 2001 se convirtió en el primer lanzador de los Astros en una década que ascendía a las grandes ligas desde doble A. Al año siguiente apareció como primer prospecto de la organización, 24 de todo el beisbol, según Baseball America, y formó parte de la rotación de los siderales. Era una estrella en potencia, pero tuvo que someterse a la primera de sus tres intervenciones quirúrgicas. A partir de allí, apareció otras nueve veces en las mayores, todas en 2004.
“Nunca fue lo mismo. Cuando estaba sano podía darme el lujo de fallar la ubicación de la recta y al final salir airoso de un turno”.
Hernández podía tirar la recta a 94-95 millas por hora, con una curva de 12 a 6 que a ratos lo hacía imbateable. Pero su velocidad cayó a 83-84 mph y el panorama cambio drásticamente. Nada volvió a ser igual.
“Cuando bajas tanto la velocidad tienes que convertirte en un Greg Maddux. Debes tener el pulso de un cirujano para ser efectivo. Hice ajustes, pero fueron más los momentos malos que los buenos”.
Volver se convirtió en un calvario. En un esfuerzo titánico para evitar la capitulación.
“No es fácil sobreponerse”, admite. “Cuando hablas de tres operaciones, (la más reciente en 2011), todo luce sencillo porque estás aquí. Sólo que el proceso de recuperación, adaptarte a un nuevo ángulo para soltar la bola y lanzar con dolor. No es fácil. El proceso es tedioso. Tenía un futuro brillante, pero son cosas que suelen pasar en el deporte, las lesiones forman parte de este trabajo. He sabido llevar esa carga, me he caído y luego me levanto. Se trata de fuerza de voluntad y del apoyo de toda la familia, mis hijos, mi esposa (Yobaisy), mi madre (Marlin), que en paz descanse, mi padre (Carlos) y mis hermanos”.
Este año reaparecieron las molestias en México, mientras lanzaba para los Diablos Rojos, y decidió parar. Ahora, vuelve a estar saludable. Desde junio se ha sometido a un estricto programa, diseñado por el reputado preparador físico Rafael Álvarez.
“Nos hemos dedicado a fortalecer sus músculos, en especial la zona escapular, fundamental para un lanzador, y elevar su resistencia cardiovascular. Algo que acompañamos con un riguroso plan de alimentación”, glosa Álvarez
“En ocasiones piensas en renunciar: ‘basta de dolor’. Pero siempre aparece alguien como el profesor Álvarez, que te dice que no desmayes. Y mientras pueda seguir lanzando voy a estar allí. Es lo único que deseo hacer”.
Hernández no puede encontrar mejores palabras para expresar su amor por el juego y los Navegantes lo agradecen.

Influencia positiva
Carlos Hernández, de 32 años, es el último veterano con el que cuenta Magallanes formado en sus filas, otros peloteros de su generación ya no están y figuras como Richard Hidalgo han pasado al retiro. Así que el experimentado zurdo se ha convertido en un ejemplo a seguir.“Una de las cosas que siempre trato de hacer es decirle a los muchachos que debemos tomar este trabajo en serio. Todos somos importantes, sin importar el rol que te asignen. Porque si alguien se lesiona o por alguna razón hay que sustituirlo, otro debe tomar su lugar y rendir. Es lo que se espera de un profesional”.

Esta nota apareció publicada en el diario El Nacional el 7 de octubre de 2012 

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