Hernández nunca pierde el optimismo y es una gran
influencia en el dugout valenciano
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El ex prospecto de los Astros se sobrepone a las
lesiones que lo han afectado a lo largo de su carrera y trata de regresar a la rotación del Magallanes
VALENCIA
Carlos Hernández vuelve a pensar en abrir partidos.
El zurdo ha tenido una destacada pretemporada y se entusiasma con la idea.
Se presentó al campo de entrenamientos del
Magallanes en las mejores condiciones físicas “desde que estuve en grandes
ligas”, según refiere.
“Me he sentido bastante bien. La fuerza en el brazo regresó,
la localización y comando en mis pitcheos es la adecuada, mientras que los envíos
secundarios han funcionado como quiero. No puedes pedir más en este instante de
las prácticas”, asegura con su habitual tono pausado.
A mediados de la semana tiró tres sólidas entradas
en un partido de exhibición, contra el Caracas. Permitió una carrera inmerecida
y ponchó a cinco rivales.
“Lució en forma”, asegura el coach Gregorio Machado.
“Mostró mucho control y una curva de gran rotación. Sin duda tiene un buen caso
para abrir el partido inaugural”.
La decisión todavía no está tomada, pero el zurdo no
ha pasado inadvertido para el manager Carlos García.
“Estuvo alrededor de la zona de strike. Colocó sus
envíos donde quiso. Me gustó lo que vi”, puntualiza el estratega.
Como siempre, la clave para Hernández será
mantenerse alejado de las lesiones. Un estigma que lo ha perseguido a lo largo
de su carrera.
“Para mí sería muy importante volver a tener la
responsabilidad de abrir partidos”, revela. “Claro, entiendo que después de
tres operaciones (en el hombro), no será lo mismo. Muchos me han recomendado que
siga como relevista, pero durante toda mi carrera he sido abridor. En ese rol
me siento más cómodo, puedo trabajar a los bateadores con todo mi repertorio.
No considero que sea solo un lanzador para retirar a un zurdo”.
En las últimas dos temporadas, Hernández ha sido un
pitcher situacional. Algo impensable hace algún tiempo.
Con apenas 21 años de edad, en 2001 se convirtió en
el primer lanzador de los Astros en una década que ascendía a las grandes ligas
desde doble A. Al año siguiente apareció como primer prospecto de la
organización, 24 de todo el beisbol, según Baseball
America, y formó parte de la rotación de los siderales. Era una estrella en
potencia, pero tuvo que someterse a la primera de sus tres intervenciones
quirúrgicas. A partir de allí, apareció otras nueve veces en las mayores, todas
en 2004.
“Nunca fue lo mismo. Cuando estaba sano podía darme
el lujo de fallar la ubicación de la recta y al final salir airoso de un
turno”.
Hernández podía tirar la recta a 94-95 millas por
hora, con una curva de 12 a 6 que a ratos lo hacía imbateable. Pero su
velocidad cayó a 83-84 mph y el panorama cambio drásticamente. Nada volvió a
ser igual.
“Cuando bajas tanto la velocidad tienes que
convertirte en un Greg Maddux. Debes tener el pulso de un cirujano para ser
efectivo. Hice ajustes, pero fueron más los momentos malos que los buenos”.
Volver se convirtió en un calvario. En un esfuerzo
titánico para evitar la capitulación.
“No es fácil sobreponerse”, admite. “Cuando hablas
de tres operaciones, (la más reciente en 2011), todo luce sencillo porque estás
aquí. Sólo que el proceso de recuperación, adaptarte a un nuevo ángulo para
soltar la bola y lanzar con dolor. No es fácil. El proceso es tedioso. Tenía un
futuro brillante, pero son cosas que suelen pasar en el deporte, las lesiones
forman parte de este trabajo. He sabido llevar esa carga, me he caído y luego
me levanto. Se trata de fuerza de voluntad y del apoyo de toda la familia, mis
hijos, mi esposa (Yobaisy), mi madre (Marlin), que en paz descanse, mi padre
(Carlos) y mis hermanos”.
Este año reaparecieron las molestias en México,
mientras lanzaba para los Diablos Rojos, y decidió parar. Ahora, vuelve a estar
saludable. Desde junio se ha sometido a un estricto programa, diseñado por el
reputado preparador físico Rafael Álvarez.
“Nos hemos dedicado a fortalecer sus músculos, en
especial la zona escapular, fundamental para un lanzador, y elevar su
resistencia cardiovascular. Algo que acompañamos con un riguroso plan de
alimentación”, glosa Álvarez
“En ocasiones piensas en renunciar: ‘basta de
dolor’. Pero siempre aparece alguien como el profesor Álvarez, que te dice que
no desmayes. Y mientras pueda seguir lanzando voy a estar allí. Es lo único que
deseo hacer”.
Hernández no puede encontrar mejores palabras para
expresar su amor por el juego y los Navegantes lo agradecen.
Influencia positiva
Carlos Hernández, de 32 años, es el último veterano
con el que cuenta Magallanes formado en sus filas, otros peloteros de su
generación ya no están y figuras como Richard Hidalgo han pasado al retiro. Así
que el experimentado zurdo se ha convertido en un ejemplo a seguir.“Una de las cosas que siempre trato de hacer es
decirle a los muchachos que debemos tomar este trabajo en serio. Todos somos
importantes, sin importar el rol que te asignen. Porque si alguien se lesiona o
por alguna razón hay que sustituirlo, otro debe tomar su lugar y rendir. Es lo
que se espera de un profesional”.Influencia positiva
Esta nota apareció
publicada en el diario El Nacional el 7 de octubre de 2012
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