viernes, 31 de octubre de 2014

Jesús Pirela respira nuevos aires

Foto: AVS PHOTO REPORT

El relevista de los Leones del Caracas se ha erigido en uno de los mejores cerradores de la temporada, luego de quedar fuera del beisbol organizado




Jesús Pirela camina al bullpen con el resto de los relevistas del Caracas en el quinto inning. Terminará de observar el juego desde la zona de foul del jardín izquierdo y si el marcador tiene arriba a los Leones por tres o menos carreras el último tercio del encuentro, es el momento de alistarse para cerrarle la puerta al rival.

Antes del inicio de la temporada, el derecho se hubiese conformado con formar parte del cuerpo de relevistas melenudos. Ahora se separa del resto y sus cinco salvados, la segunda cifra más alta de la temporada, hablan de lo eficiente que ha sido como cerrador.   

“Estoy más que agradecido con la oportunidad que estoy recibiendo”, asegura, mientras se toma un descanso tras la práctica en el Universitario. “Nunca pensé vestir el uniforme de los Leones y ejercer esa responsabilidad. (El manager) Dave (Hudgens) me lo notificó un día antes del juego inaugural. No puedo negar que me emocioné”.

Pirela fue contratado como agente libre y en septiembre, cuando Caracas abrió su campo de entrenamientos en Guacara aparecía, junto al brasileño Tiago Da Silva, como uno de los candidatos a tomar la bola en el noveno capítulo.

“En principio pensé que iba a compartir esas labores. Pero acepté el reto y he podido tener la consistencia necesaria para seguir con el trabajo”, destaca Pirela, que hasta el jueves no había desperdiciado oportunidades de rescate.

El derecho marabino fue dejado libre por las Águilas después de la campaña 2011-2012 y con poco más de 15 entradas de labor en dos zafras con Zulia, antes de la 2014-2015 era prácticamente un desconocido en el circuito. Pero en México logró revitalizar su carrera y la gerencia del Caracas notó su presencia.

“Es un lanzador muy joven que tiene experiencia en la LVBP y que estaba disponible. Su temporada en la Liga Mexicana de Beisbol (LMB) nos llamó la atención y lo contratamos. Es un lanzador que llega sin restricciones y ha demostrado que puede ayudar”, explica Luis Ávila, presidente del club capitalino.


La actuación de Pirela le convirtió en una interesante apuesta, luego de intervenir en 50 encuentros con los Rojos del Águila de Veracruz y alcanzar 20 rescates, con una efectividad de 1.51 y 61 ponches en 53.2 innings.

“Nosotros realizamos un gran seguimiento a las ligas de verano y apenas vimos los números de Pirela decidimos ofrecerle un contrato”, agrega Juan Vicente Zerpa, gerente general de Caracas.

Antes de su brillante zafra en el circuito veraniego más importante de México, Pirela tuvo que reinventarse como pelotero y tratar de tener un comienzo fresco. Los Filis de Filadelfia, la organización que lo había firmado para el beisbol organizado, le entregó su libertad incondicional al término de 2011.

Logró pactar con Truenos de Tijuana de la Liga Norte de México, la principal filial de la LMB. Después actuó con Toros de Tijuana y Cerveceros de Tecate.

Se radicó en Tijuana, Baja California, y allí conoció a su esposa con quien tiene dos hijos.

“Están aquí de visita y puedo disfrutar de mi familia en Caracas”, sonríe Pirela, quien se ha ganado a pulso su actual estatus.

“Se ha esforzado para lograr el nivel que exhibe en este instante”, puntualiza Julio Franco, coach de bullpen del Caracas. “Trabajamos con él durante los entrenamientos y le ajustamos la mecánica. Cuando iniciaba el windup, dejaba las manos muy abajo y le recomendamos subirlas un poco. También se paraba hacia un lado derecho de la goma del montículo y ahora lo está haciendo más hacia el centro, lo que le permite una visión más clara de la zona de strike”.

En sus primeras 8 entradas, Pirela exhibe 9 ponches por 4 boletos, con un promedio de 1.13 carreras limpias y 1.25 de WHIP.

Franco lo ayudó a ampliar su repertorio con una cutter, un envío que le ha sido de mucha utilidad.

“Lo combina con una consistente recta de 93-94 millas por hora, que en ocasiones toca las 95 mph, además puede tirar slider, sinker y cambio”, glosa el técnico.

Pirela es dueño de una gran presencia en el montículo y no teme retar a los bateadores.

“Trabajo pitcheo a pitcheo. Observo el juego desde el primer inning para saber cómo se comportan los bateadores, cómo reaccionan en situaciones, cuáles son sus debilidades. Jamás irrespeto a un rival y me dejo guiar por nuestros catchers (Ramón Cabrera, Carlos Pérez, Yorvit Torrealba), que conocen mejor la liga que yo. Debes ser inteligente cuando estás en el montículo. No hay secretos en esto”.

El trabajo de cerrador es uno de los más inestables del beisbol. Los taponeros siempre deben lidiar con situaciones extremas y su margen de error es mínimo. No importa lo que hagan, si desperdician una oportunidad de salvar y el equipo pierde, todos los dedos le señalarán como culpable. Pirela lo entiende y asume los riesgos con madurez.

“Se trata de matar o morir. Es lo que me gusta. Es lo que hago”.

Taponero circunstancial

“En 2012, con Truenos, comencé como abridor, pero dejé ese rol para convertirme en un pitcher de los últimos innings por la necesidad del club. Nunca antes había cerrado”, rememora Pirela, que el año pasado tuvo la oportunidad de actuar en Liga Mexicana del Pacífico, durante el invierno.

“Tenía el número de teléfono del gerente de los Algodoneros (de Guasave) y me enteré que iban a jugar pretemporada en Tijuana. Me comuniqué con él y me invitó. Pero no me quería dar oportunidad porque pensaba que era de Tijuana. Cuando se enteró que era extranjero me dejaron enfrentarme  a un bateador, lo ponché y convencí”.

Pirela se quedó hasta diciembre con Guasave y luego consiguió un contrato en la Liga Invernal Veracruzana con Rojos de Veracruz, filial del club con el que brilló en 2014 en LMB.

“Comencé preparándole el camino a Rafael Cova, pero se lesionó y me ascendieron a cerrojo. El manager Eddie Castro me dijo que confiaba en mí y todo salió bien”.

El derecho trabajó con Oswald Peraza, que fungía de instructor de pitcheo, y le ayudó a hacer una exitosa transición. El resto es historia conocida.


“Quiero regresar al beisbol organizado. Esa es mi mentalidad. Pero no me desespero”, asegura el marabino, que cumplió 25 años de edad en marzo. “Si algo me ha ayudado en esta nueva etapa en mi carrera, es tomarme las cosas con calma, con madurez. Dentro y fuera del terreno de juego. La oportunidad llegará. Confío que en llegará”.

Esta nota apareció publicada en la LVBP.com el 31 de Octubre de 2014

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