Foto: AVS PHOTO REPORT |
El relevista de los Leones del Caracas se ha erigido en uno
de los mejores cerradores de la temporada, luego de quedar fuera del beisbol
organizado
Jesús Pirela camina al bullpen con el resto de los
relevistas del Caracas en el quinto inning. Terminará de observar el juego
desde la zona de foul del jardín izquierdo y si el marcador tiene arriba a los
Leones por tres o menos carreras el último tercio del encuentro, es el momento
de alistarse para cerrarle la puerta al rival.
Antes del inicio de la temporada, el derecho se hubiese
conformado con formar parte del cuerpo de relevistas melenudos. Ahora se separa
del resto y sus cinco salvados, la segunda cifra más alta de la temporada,
hablan de lo eficiente que ha sido como cerrador.
“Estoy más que agradecido con la oportunidad que estoy
recibiendo”, asegura, mientras se toma un descanso tras la práctica en el
Universitario. “Nunca pensé vestir el uniforme de los Leones y ejercer esa
responsabilidad. (El manager) Dave (Hudgens) me lo notificó un día antes del
juego inaugural. No puedo negar que me emocioné”.
Pirela fue contratado como agente libre y en septiembre,
cuando Caracas abrió su campo de entrenamientos en Guacara aparecía, junto al
brasileño Tiago Da Silva, como uno de los candidatos a tomar la bola en el
noveno capítulo.
“En principio pensé que iba a compartir esas labores. Pero
acepté el reto y he podido tener la consistencia necesaria para seguir con el
trabajo”, destaca Pirela, que hasta el jueves no había desperdiciado
oportunidades de rescate.
El derecho marabino fue dejado libre por las Águilas después
de la campaña 2011-2012 y con poco más de 15 entradas de labor en dos zafras
con Zulia, antes de la 2014-2015 era prácticamente un desconocido en el
circuito. Pero en México logró revitalizar su carrera y la gerencia del Caracas
notó su presencia.
“Es un lanzador muy joven que tiene experiencia en la LVBP y
que estaba disponible. Su temporada en la Liga Mexicana de Beisbol (LMB) nos
llamó la atención y lo contratamos. Es un lanzador que llega sin restricciones
y ha demostrado que puede ayudar”, explica Luis Ávila, presidente del club
capitalino.
La actuación de Pirela le convirtió en una interesante
apuesta, luego de intervenir en 50 encuentros con los Rojos del Águila de
Veracruz y alcanzar 20 rescates, con una efectividad de 1.51 y 61 ponches en
53.2 innings.
“Nosotros realizamos un gran seguimiento a las ligas de
verano y apenas vimos los números de Pirela decidimos ofrecerle un contrato”,
agrega Juan Vicente Zerpa, gerente general de Caracas.
Antes de su brillante zafra en el circuito veraniego más
importante de México, Pirela tuvo que reinventarse como pelotero y tratar de
tener un comienzo fresco. Los Filis de Filadelfia, la organización que lo había
firmado para el beisbol organizado, le entregó su libertad incondicional al
término de 2011.
Logró pactar con Truenos de Tijuana de la Liga Norte de
México, la principal filial de la LMB. Después actuó con Toros de Tijuana y
Cerveceros de Tecate.
Se radicó en Tijuana, Baja California, y allí conoció a su
esposa con quien tiene dos hijos.
“Están aquí de visita y puedo disfrutar de mi familia en
Caracas”, sonríe Pirela, quien se ha ganado a pulso su actual estatus.
“Se ha esforzado para lograr el nivel que exhibe en este
instante”, puntualiza Julio Franco, coach de bullpen del Caracas. “Trabajamos
con él durante los entrenamientos y le ajustamos la mecánica. Cuando iniciaba
el windup, dejaba las manos muy abajo y le recomendamos subirlas un poco.
También se paraba hacia un lado derecho de la goma del montículo y ahora lo
está haciendo más hacia el centro, lo que le permite una visión más clara de la
zona de strike”.
En sus primeras 8 entradas, Pirela exhibe 9 ponches por 4
boletos, con un promedio de 1.13 carreras limpias y 1.25 de WHIP.
Franco lo ayudó a ampliar su repertorio con una cutter, un
envío que le ha sido de mucha utilidad.
“Lo combina con una consistente recta de 93-94 millas por
hora, que en ocasiones toca las 95 mph, además puede tirar slider, sinker y
cambio”, glosa el técnico.
Pirela es dueño de una gran presencia en el montículo y no
teme retar a los bateadores.
“Trabajo pitcheo a pitcheo. Observo el juego desde el primer
inning para saber cómo se comportan los bateadores, cómo reaccionan en
situaciones, cuáles son sus debilidades. Jamás irrespeto a un rival y me dejo
guiar por nuestros catchers (Ramón Cabrera, Carlos Pérez, Yorvit Torrealba),
que conocen mejor la liga que yo. Debes ser inteligente cuando estás en el
montículo. No hay secretos en esto”.
El trabajo de cerrador es uno de los más inestables del
beisbol. Los taponeros siempre deben lidiar con situaciones extremas y su
margen de error es mínimo. No importa lo que hagan, si desperdician una
oportunidad de salvar y el equipo pierde, todos los dedos le señalarán como
culpable. Pirela lo entiende y asume los riesgos con madurez.
“Se trata de matar o morir. Es lo que me gusta. Es lo que
hago”.
Taponero circunstancial
“En 2012, con Truenos, comencé como abridor, pero dejé ese
rol para convertirme en un pitcher de los últimos innings por la necesidad del
club. Nunca antes había cerrado”, rememora Pirela, que el año pasado tuvo la
oportunidad de actuar en Liga Mexicana del Pacífico, durante el invierno.
“Tenía el número de teléfono del gerente de los Algodoneros
(de Guasave) y me enteré que iban a jugar pretemporada en Tijuana. Me comuniqué
con él y me invitó. Pero no me quería dar oportunidad porque pensaba que era de
Tijuana. Cuando se enteró que era extranjero me dejaron enfrentarme a un bateador, lo ponché y convencí”.
Pirela se quedó hasta diciembre con Guasave y luego
consiguió un contrato en la Liga Invernal Veracruzana con Rojos de Veracruz,
filial del club con el que brilló en 2014 en LMB.
“Comencé preparándole el camino a Rafael Cova, pero se
lesionó y me ascendieron a cerrojo. El manager Eddie Castro me dijo que
confiaba en mí y todo salió bien”.
El derecho trabajó con Oswald Peraza, que fungía de
instructor de pitcheo, y le ayudó a hacer una exitosa transición. El resto es
historia conocida.
“Quiero regresar al beisbol organizado. Esa es mi
mentalidad. Pero no me desespero”, asegura el marabino, que cumplió 25 años de
edad en marzo. “Si algo me ha ayudado en esta nueva etapa en mi carrera, es
tomarme las cosas con calma, con madurez. Dentro y fuera del terreno de juego.
La oportunidad llegará. Confío que en llegará”.
Esta nota
apareció publicada en la LVBP.com el 31 de Octubre de 2014
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