El cerrador que el viernes impuso una nueva marca de salvados para la LVBP, fue operado dos veces del hombro, pero logró salir adelante
Valencia.- Hassan Pena ha aparecido en la mitad de los
juegos del Magallanes, camino a su récord de salvados en una temporada, que
implantó el viernes, con 22.
La clave para el derecho ha sido la consistencia y
durabilidad sobre el montículo. Desde su debut en la LVBP, hace tres años con
Águilas del Zulia, suma 86 partidos, la tercera cifra más alta durante ese
período entre los relevistas del circuito. Mientras que desde 2012 actuó en 231
desafíos en ligas menores, casi 60 por año. Nada mal para alguien que temió no
volver a lanzar nunca más.
“Cuando llegué a Estados Unidos, me lesioné el hombro por
primera vez”, reveló el derecho, que superó la marca de rescates de Santos
Hernández (21), que durante 18 años fue intocable. “Nunca me había dolido el
brazo. En ese momento me daban un 20 por ciento de probabilidades de volver a
lanzar y creo que ahí pensé que todo había terminado”.
Pena, de 30 años de edad, escapó de Cuba en 2005 y pasó un
año en un Community College de Palm Beach, Florida, antes de ser drafteado por
los Nacionales de Washington, que lo firmaron por un bono de 149.500 dólares,
en medio de grandes expectativas.
Solo que no pudo debutar ese verano porque trató de regresar
al montículo antes de recuperarse por completo de una tendinitis en el hombro y
sufrió una lesión en el manguito rotador, que ameritó una cirugía.
“Me operé y me rehabilité”, recordó Pena, que impresionó en
las filiales de los Nats con una curva cortante y una recta de 94-95 millas por
hora, cuando regresó en 2007. En ese momento era abridor y todo hacía pensar
que tendría un futuro brillante con la organización. Pero se volvió a lastimar
en 2008.
“Me operaron una vez más y entonces dije: ‘Ahora sí, se
acabó. Pero gracias a Dios, tuve la fuerza de seguir adelante”.
A partir de ese momento se convirtió en relevista y ha
llegado a establecerse como uno de los mejores taponeros del Caribe.
“Me he adaptado”, afirmó el derecho, que cada vez que puede
agradece a los trainers del equipo por mantenerlo saludable.
“El beisbol venezolano se parece mucho al de mi país”,
continuó. “Creo que me gusta la calidez de la gente, la compenetración que
tenemos en Magallanes. Lo bien que nos llevamos todos, los coaches, los
trainers. Eso te ayuda a estabilizarte y sentirte bien”.
En su primera incursión en la LVBP, rescató 12 partidos con
Zulia y en las últimas dos zafras suma 41 con los Navegantes, lo que le ubica
en el segundo lugar de todos los tiempos, igualado con Jean Machí, apenas a
seis de superar la marca histórica de 46, que pertenece a Oscar Henríquez.
“Bueno, han sido más las oportunidades de salvar que he
conseguido aquí, que cuando estuve con las Águilas. También es otro equipo. Sin
mis compañeros, sin los pitchers que lanzan antes del noveno inning, no sería
nadie”.
“Me alegra mucho lo que está viviendo, es un gran
trabajador”, destacó Adonis García, su amigo y compatriota en la cueva de los
filibusteros.
Para ser exitoso en un rol tan vulnerable y volátil, en el
que se debe tener memoria corta después de una mala salida, el relevista
necesita tener confianza en sí mismo, una férrea personalidad y capacidad para
superar momentos difíciles. El cerrador debe apaciguar rebeliones y poner fin a
encuentros por tres o menos carreras, en situaciones, generalmente de presión.
Pena no solo tuvo la fuerza de voluntad para regresar de dos
operaciones, sino la fortaleza para salir delante de situaciones más difíciles
que las del inning final de los juegos. Algo que le ha curtido para desempeñar
su oficio.
“Uno de los momentos más difíciles de mi vida fue cuando
traté de abandonar mi país por primera vez. Éramos cuatro peloteros que nos
íbamos y al parecer alguien dio la voz de alarma y nos atraparon antes de
montarnos en la lancha. Tuve 15 días preso, incomunicado, sin poder llamar a mi
mamá”, recordó Pena, en una entrevista con Magallanes TV. “La segunda vez lo
logramos, pero estuvimos en el mar por 15 horas, antes de llegar a Miami y nos
cogió una tormenta. Entró mucha agua al bote, tuvimos que comenzar a achicarla.
Se rompió un motor. Ha sido el único momento en el que temí morir. Estaba feo
el mar”.
Luego de vencer a la adversidad en su vida personal,
enfocarse en el montículo es cuestión de rutina.
“Es una persona extremadamente segura de lo que está
haciendo en la lomita, trabaja muy fuerte”, afirmó el manager Carlos García.
“Su actitud es una de las razones principales de su dominio”.
“Solo trato de tirar la pelota y hacer buenos lanzamientos
para que las conexiones salgan a las manos de los jugadores que tengo detrás de
mí. Es lo que hago”, puntualizó el antillano, que no le da muchas vueltas al
asunto.
Por la seguridad que exuda, el Almirante García solo
planifica el juego durante ocho entradas, el resto lo hace fácil Pena.
“Siempre sale a retar a los bateadores. Tiene una buena
recta y posee una gran localización con sus lanzamientos quebrados en cualquier
conteo. Tener a un lanzador del nivel de Hassan, no te pone a pensar mucho en
el final del juego. La única preocupación que tienes durante el partido es el
relevo intermedio, porque sabes que te va a dar la certeza que el noveno tramo
está cubierto”, puntualizó García.
“Cada quien hace su trabajo”, aseguró Pena. “Trato de atacar
al bateador y él hace sus conexiones. Es una competencia entre él y yo. Uno
tiene que estar positivo y tratar de hacer los lanzamientos correspondientes
para salir del inning. Aunque eso no me hace inmune a los batazos”
El receptor Jesús Sucre puede ufanarse de haber disfrutado
de una vista privilegiada de la labor de Pena. El grandeliga es uno de los
fanáticos del antillano.
“Es muy agresivo y eso dice mucho de su confianza en el
montículo. Con tres buenos pitcheos (recta, cutter y curva), pareciera que
siempre está en control de la situación. Usa cada uno de esos envíos cuando
cree que es necesario”, glosó el careta. “Esas son las claves para él. Hassan
me dice que cuando se siente bien, siempre lanza la recta, pero todos sabemos
que tiene una curva que rompe rápido. La puede tirar en strike y la usa para
ponchar tirándola contra el piso. Los rivales lo saben, pero igual no pueden
pegarle”.
Pena, a su vez, le da crédito a Sucre. Desde su punto de
vista, lo más importante es tener a su alrededor buenos compañeros.
“Contar con un catcher como Sucre, te da más confianza parav
tirar esos pitcheos quebrados que en ocasiones van contra el piso”.
Pena ha salvado 53 partidos en 56 oportunidades, lo que le
coloca a 17 de la marca vitalicia para un extranjero en la LVBP, que también
pertenece al panameño Hernández. Si el cubano mantiene el ritmo, podría
superarlo la próxima zafra.
“Santos es como mi hermano, le debo mucho por sus consejos
cuando fue mi coach de pitcheo (Tigres de Quintana Roo, en la Liga Mexicana de
Beisbol, hace un par de años). Ojalá pueda reunirme con él y compartir todo
esto”, sonrió Pena.
Este mismo año, con suerte, podría igualar la marca en la
Cuenca del Caribe, que implantó Mark Zappelli, con 23, con Yaquis de Ciudad
Obregón, en la campaña 1990-1991, y que este año igualó Andrés Ávila, de
Cañeros de los Mochis.
Sucre no tiene dudas sobre la posibilidad del apagafuegos de
seguir implantando marcas.
“Es responsable y dedicado. Ama lo que hace”, sostuvo.
Pena no se fija en las marcas, recientemente señaló que
comenzó a ver la cuenta de salvados cuando los periodistas empezaron a
preguntarle. No es algo que controle. Lo único que desea es regresar al país
cada mes de octubre.
“Mucha gente me conoce por esta liga. Me siento muy bien y
significa mucho para mí estar aquí con Magallanes. Si Dios y la salud me lo
permiten, voy a seguir viniendo todos los años”.
UNA PIZZA COMO RITUAL
Hassan Pena, como la mayoría de los peloteros, repite rituales
antes de cada juego.
“En el guante con el que lanzo tengo escrito el nombre de
mis hijos (Hassan y Oliver). Siempre les doy un beso y digo ‘esto es por
ustedes’”, le contó a Magallanes TV. “En Valencia hay algo que no puede fallar.
Debo comerme una pizza antes de empezar el juego. Eso no puede fallar. Solamente
de queso, la que venden en el Estadio (José Bernardo Pérez). ¿Quién dice que
está mala? (risas) A mí me encanta. Cada vez que la como me ha ido bien. La
seguiré comiendo. ¿Por qué no?”.
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