El ex jardinero, que asistió a cinco finales con Magallanes y se tituló en tres de ellas, piensa que todavía podría tomar un turno en la LVBP
Maracay.- Carlos Mendoza no luce muy diferente a la última
vez que vistió un uniforme en la LVBP, salvo por algunas canas incipientes.
El ex grandeliga se retiró en 2006, luego de jugar en Italia
y en la United League Baseball, una reunión independiente, en los últimos tres
años de su carrera.
Pero parado en el dugout del Magallanes, con las mangas
remangadas de su camisa a rayas, pantalones de mezclilla y unas llamativas
gafas para el sol, parece un pelotero más que acaba de llegar al estadio, para
luego reportarse a la práctica.
“Nunca me he descuidado, sigo entrenándome”, aseguró el
bolivarense, de 41 años de edad. “Todavía doy mis líneas, no creas. Me he
mantenido activo con los Diamantes de Guayana (Liga Nacional Bolivariana) y a
varios lanzadores, que todavía juegan aquí, les he dado batazos (risas)”.
Mendoza se desarrolló como prospecto en la organización de
los Mets de Nueva York, luego que Gregorio Machado recomendara su firma a
principios de la década del 90, cuando se desempeñaba como scout de la
organización metropolitana.
El bateador zurdo siempre fue estimado por su habilidad de
llevar sus conexiones a todos los sectores del terreno, paciencia en el plato y
velocidad de piernas, que le permitía desplazarse con facilidad y cubrir
terreno en el jardín central. Lo que le llevó a debutar en las Mayores con
apenas 22 años de edad. Sin embargo, nunca pudo establecerse.
“En esa época los Mets siempre estaban metidos en la pelea y
era difícil subir y ganarse un puesto al final de la temporada. Otros estaban
por encima de mí”, recordó Mendoza, que cuando se estrenó arriba en 1997, los
jardineros de Nueva York eran custodiados por Bernard Gilkey, Butch Huskey y
Carl Everett, luego, vía cambio llegaría Brian McRae.
Mendoza volvió a jugar en la Gran Carpa en 2000, con los
Rockies de Colorado, equipo al que llegó en una transacción desde Nueva York.
En esa campaña fue el mejor bateador zurdo de la categoría Triple A, tras ligar
.354 con el Colorado Springs y quedar muy cerca del título de bateo de la Liga
de la Costa del Pacífico.
A su regreso al país, apenas tomó seis turnos con el
Magallanes. En su segundo encuentro se fracturó la muñeca izquierda, en un
deslizamiento en segunda, después de un intento de robo.
“Las lesiones me afectaron durante toda mi carrera, creo que
no llegué más lejos por eso. Siempre tendré esa duda sobre qué hubiese pasado
de estar saludable siempre, cuántos hits más he podido dar”, destacó el ex
patrullero, que dejó una línea ofensiva vitalicia de .328/.415/.402 en casi
1.800 visitas al plato en ligas menores.
Con los Navegantes, pese a consumir poco más de 600 turnos,
se arregló para estar presente en cinco Series Finales, en las que ganó tres
títulos, incluido el de la 2001-2002, la penúltima vez que lo filibusteros se
enfrentaron a los Tigres de Aragua en el Clásico de Enero.
“Fue una buena final, la ganamos en cinco juegos. Era otra
época. Estos equipos son muy diferentes. Pero extraño estar ahí. Me gustaría
pedirle una oportunidad al paisano (el manager) Carlos García”, bromeó Mendoza,
que en aquella serie ligó de 12-4 (.333), con un doble, dos anotadas y una
remolcada.
La “Zaranda”, como algunos de sus compañeros lo llamaban por
sus movimientos exagerados en el plato, se despidió del circuito tras disputar
la temporada 2004-2005 con Caribes de Anzoátegui. Aunque asistió a un tryout
con los Bravos de Margarita, por invitación de Phil Regan, pero no hizo el equipo.
“Siempre pensé que podía quedarme, extender un poco más mis
días en esta liga pero no se dio”, se lamentó.
Desde hace un par de años dirige su propia academia para
formar talentos en su natal Ciudad Bolívar.
“Estoy trabajando por los niños, que son el futuro, y por el
beisbol que tanto me dio. Es una manera de agradecer a Dios la bendición de
estar en el terreno. Cuando me inicié en la pelota, muchas personas me
tendieron la mano. Ahora quiero retribuir esa ayuda”.
Entre los jóvenes que trata orientar para que alcancen la
meta de ser profesionales, se encuentra su hijo Carlos Eduardo Mendoza, un
segunda base y bateador zurdo, que será elegible para ser firmado a partir del
próximo 2 de julio, fecha que da inicio al proceso que permite a los equipos de
MLB reclutar talento internacional.
“Será mejor bateador que yo. Lo veo como a un Melvin Mora,
puede jugar en varias posiciones y tiene mucha disciplina, que al final es la
clave en este negocio”.
Mendoza habla esperanzado y con convicción. Aspira a
disfrutar del éxito de su vástago. Mientras, no hace daño a nadie ligando al
Magallanes y soñando con tomar un turno perfecto, aquel por el que echa de
menos estar entre las dos rayas de cal.
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