Enrique Estrada ha animado durante 33 años a los equipos mexicanos en el clásico caribeño
ISLA DE MARGARITA
Minutos después de la celebración de los Naranjeros,
en el diamante del Stadium Nueva Esparta, Enrique Estrada recorrió las bases y
se deslizó en el plato. El aterrizaje distó mucho de ser grácil. Para un
distraído, la escena pudo resultar divertida, quizás embarazosa. Pero eso fue
lo menos importante. El “Bigotes”, el hombre del pañuelo en la cabeza y la
larga barba con el tricolor mexicano, atesorará para siempre el recuerdo de ese
periplo de 360 pies. El gran matraquero de las Series del Caribe, dirá adiós.
“El año pasado me retiré, cuando quedamos campeones
(con los Yaquis de Ciudad Obregón, en Hermosillo), y la matraca se la heredé a
un sobrino, que es ingeniero”, reveló Estrada. “No más que comenzó a trabajar y
no le dieron permiso (para viajar hasta la Isla de Margarita). Así que será el
otro año cuando tome mi lugar. La nueva generación de matraqueros llevará la
batuta y habrá un nuevo ambiente, porque son jóvenes. La disciplina la tienen,
que es lo más importante, porque han estado con nosotros en las Series del
Caribe en México. Los jóvenes tienen la fuerza y la capacidad para mantener el
ambiente festivo”.
Estrada se inició en “las porras” en 1982, “por el
jardín derecho” del antiguo estadio Héctor Espino, hogar de los Naranjeros de
Hermosillo hasta hace un par de años, junto con su hermano menor.
“Ahí fue la primera vez que brinqué al campo, paré
el juego, saludé al pitcher, al catcher y al ampayer, me salí y no me dijeron
nada, no me molestaron”, recuerdó.
Desde entonces no ha parado y su fama ha crecido
hasta convertirse en una leyenda entre los aficionados mexicanos, gracias a su
alegría y la enorme matraca que le acompaña. “Pesa ocho kilos y ahora está
modernizada con luces verdes, blancas y rojas”.
Estrada, un técnico en refrigeración de 62 años de
edad, lidera a los “Matraqueros”, que desde hace más de tres décadas asisten a
cualquier sede donde se realice la Serie del Caribe.
Alrededor de 40 de los Estrada, incluidas la segunda
y tercera generación, participan en la tradición, que ha ido sumando seguidores.
“No, pero si son tres años no más (risas). Claro,
más otros 30 (vuelve a reír con ganas). El primer juego de beisbol en todo
México se jugó Guaymas. Y teníamos un club que era lo máximo, pero se nos acabó
en 1991. Y entonces me fui apoyar a Hermosillo y al equipo que gana lo
acompaño. Vengo representando a México. No a una ciudad. Son los colores del
país y venimos a defenderlos”.
De acuerdo con algunos registros, en 1877 marineros
estadounidenses de tripulantes del barco Montana, de visita en el puerto de Guaymas,
pisaron tierra mexicana y jugaron un partido de beisbol. Los barcos siguieron
llegando y los marineros se distraían en tierra con el deporte de los bates y
las pelotas, hasta que al poco tiempo los lugareños formaron su propio equipo.
Los Ostioneros, herederos de aquel conjunto pionero,
fueron uno de los cuatro clubes fundadores de la Liga de la Costa del Pacífico,
que actualmente se conoce como Liga Mexicana del Pacífico, en 1945. Ganaron los
torneos 1958-59, 1959-60, 1962-63, 1964-65 y 1967-68. Estrada creció viéndoles
erigirse en el mejor conjunto del circuito.
Luego, Hermosillo fue el primer campeón mexicano en
la Serie del Caribe en 1976. El sábado ganó su segundo título y el tercero para
los aztecas en los últimos cuatro años.
Gracias a la pasión que sienten por el beisbol en el
norte de México y el éxito de sus representantes en el torneo de campeones
caribeños, el deporte se ha convertido en el tercero más seguido de la nación,
detrás del fútbol y el baloncesto. De acuerdo con una reciente encuesta del
Grupo Reforma, el 24% de los mexicanos se interesa por el beisbol.
“Estamos enseñando cómo hemos crecido. El triunfo de
los Naranjeros sirve para potenciar el beisbol en un país donde el futbol sigue
siendo el rey y es muy importante porque todos los medios de comunicación están
atentos. En un país tan grande hay oportunidad para un deporte tan hermoso como
el beisbol”, destacó Omar Cañizales Soto, presidente de la Liga Mexicana del
Pacífico. “Son cuatro campeonatos en los últimos 10 años y eso habla de que
México se ha convertido en un protagonista en las Series del Caribe”.
“Bigotes” creyó mucho antes en lo que hoy es una
realidad.
“Hace 20 años nos pegaban una paliza a cada rato.
Ahorita tenemos un mayor nivel y hasta en el Clásico Mundial hemos competido
con altura. Nunca me pierdo esos partidos. Son mis vacaciones, mi relax. Y cuando
miro atrás, solo puedo estar satisfecho de lo que he sembrado a lo largo de 33
años. Me han recibido muy bien en todas las plazas. Todo el mundo se divierte.
Antes se enojaban los puertorriqueños y los dominicanos. ‘Los mexicanos no
ganan’, decían, ‘pero como se divierten los condenados’. Las muchachas lindas
las bailábamos. Esa era la satisfacción de nosotros. Vuelves a nacer rodeados de
las muchachas lindas que hay por acá. Es una cosa muy bonita. Año con año aquí
estamos. Y eso te hace crecer”.
Es imposible no divertirse con los Matraqueros. Está
el Ángel y el Demonio, la India María, el Vikingo, Blue Demon. Colores
brillantes de piñata. Un pedacito de México en la tribuna derecha. El ruido es
ensordecedor y acompaña cada strike, cada out, cada jugada, para estallar en el
paroxismo de una carrera o un jonrón “con la caja llena”, como el del catcher
Sebastián Valle, que liquidó a los Indios de Mayagüez, para guiar el triunfo de
los Naranjeros 7-1 en la final de la serie.
“La verdad, la verdad, siempre estuvieron allí en
las buenas y en las malas. Ellos nos empujaron todo el torneo”, agradeció Valle
a los porristas incondicionales.
“Comenzamos tres y ahora somos 800, a Margarita
vinimos unos 100, pero igual hacemos bulla”, agregó Estrada, que es usual protagonista
de crónicas en los medios que cubren las series y las pantallas de la
televisión. Hasta la cadena ESPN le dedicó varios minutos. Nunca faltan las
fotos y las peticiones de autógrafos de otros aficionados.
“Antes eran no más los peloteros a quienes enfocaban.
Después comencé a salir en la tele. Y ahora es algo normal. Pero todavía no
conozco la fama. Sigo siendo la misma persona humilde. El mismo Enrique Estrada,
el chamaco que comenzó hace años. Aunque una foto nunca hay que negarla porque
la gente es muy respetuosa conmigo. Esos son los recuerdos que te hacen vivir y
yo tengo amigos en todos lados”.
Aunque no escapa a los rumores y “Bigotes” lo
recuerda con picardía.
“Tengo 42 años de casado con mi esposa y nunca la voy
a dejar. De esa unión atesoro tres hijos y ahora cuatro nietos. Muchos creen
que tengo hijos en Venezuela, República Dominica y Puerto Rico. Pero no nada
más alejado de la realidad. Respeto a mi familia y los hijos de mi matrimonio son
los únicos”.
La barba que a partir de agosto deja crecer se la
cortará después de los carnavales de su natal Guaymas.
“Tardo 45 minutos en ponerla como la ven ustedes.
Así que espero lucirla un poco más”.
Entonces volverá a pensar en su retiro y cuánto le
extrañarán sus seguidores. Aunque no dejará de viajar a las Series del Caribe fuera
de México como cualquier otro aficionado. No sobrará alguno que otro consejo
para su sobrino cuando alce la matraca gigante.
“Eso siempre dice”, advirtió su hermano Sergio.
“Lleva años diciendo lo mismo. Que se retira. Pero no cumple (risas)”.
Su legado siempre estará presente en el Caribe,
aunque muchos cruzarán los dedos para verlo “echarle ganas” en Puerto Rico el
próximo año. Sí. Tal vez “Bigotes” lo vuelva a pensar.
Esta nota apareció
publicada en el portal Letrasdeportes el 10 de Febrero de 2014
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