El manager de Anzoátegui asumió su llegada al equipo como un
importante reto en su carrera y no ha defraudado
PUERTO LA CRUZ
No existían dudas sobre si Omar López sería un buen manager.
El valenciano tiene todos los requisitos que se necesitan para ser exitoso en
su trabajo. La pregunta era por qué querría aceptar el cargo y tomar los
riesgos que implicaba sustituir a Alfredo Pedrique, uno de los pilotos más
exitosos en la historia reciente de la LVBP, y tomar las riendas de un equipo
como Anzoátegui que aspiraba volver a disputar el campeonato.
La gerencia de Caribes sopesó, además de López, otros dos
candidatos, pero se inclinó por una solución interna, por un técnico, que como
coach de la tercera base conocía al equipo. Solo que contaba con 37 años de
edad y su experiencia previa como dirigente no iba más allá de clase A, en el
sistema de granjas de los Astros de Houston.
“Creo que fue una decisión por feeling que tomó (el gerente
general) Samuel Moscatel y no pudo ser mejor”, confiesa Pedro Mena, gerente
deportivo de Caribes.
López se hizo las mismas preguntas y llegó a dudar. El
beisbol caribeño dista mucho del que se juega en ligas menores. Pero después de
pensarlo bien aceptó la propuesta por la razón que siempre le ha motivado a
seguir adelante.
“Soy un hombre de retos y tomar el mando de Caribes era un
gran reto. Fue la única razón por la que acepté esto. Hablé mucho con mi padre
y mi esposa (Helen). Cuando recibí su apoyo entonces no había nada que
discutir, no había que darle más vueltas. El resto era apelar a mi disciplina y
dedicación”, enfatiza López.
La oficina de Anzoátegui celebra la firmeza de carácter de
su estratega, el más joven de todo el circuito.
La tribu fue el equipo más consistente en la eliminatoria y
el Round Robin. Anoche se puso en ventaja en la Serie Final. Todo parece estar
bajo control. Al menos López lo hace ver así en su interacción con la prensa.
Lo que planifica, lo ejecuta. Nada queda al azar.
“Es el mejor equipo que he dirigido. Nunca lo olvidaré. No
tanto por los resultados, sino por la familiaridad y la unidad. Por el apoyo
que he sentido”, puntualiza López, cuya ascendencia sobre sus dirigidos es
indudable.
“Antes del inició de la temporada, supe cuál sería mi rol, y
luego, cuando se presentó la oportunidad de jugar a diario, estaba preparado”,
destaca Balbino Fuenmayor, el líder jonronero del equipo en su primera campaña
completa en el circuito, para referirse a la relación con su piloto, puertas
adentro.
“(Omar) es uno de los estrategas jóvenes más brillantes en
nuestro sistema de ligas menores. Ha hecho una labor excepcional desarrollando
a nuestros peloteros fuera y dentro del terreno”, dijo Quinton McCracken,
director de las granjas siderales, en un comunicado de prensa para felicitar a
López, cuando se conoció hace tres semanas que había sido escogido Manager del
Año. “Omar es muy bueno a nivel táctico, un líder severo pero justo y cuenta
con excelentes destrezas para conseguir que sus jugadores alcancen el máximo
potencial dentro de un concepto de equipo. Ha supervisado el desarrollo de
muchos jugadores a lo largo de su carrera con los Astros, incluyendo al segunda
base José Altuve”.
López ha demostrado que sabe administrar la abundancia para
tener reservas en los momentos importantes. Rotó a sus jugadores, uso a los
jóvenes del equipo sin temor y veteranos como Tomás Pérez, José Castillo y
Oscar Salazar rindieron y asumieron, como lo hizo Fuenmayor, sus funciones en
beneficio del club. Cuando deben ir al banco, lo hacen sin chistar. Durante
toda la campaña, incluida la postemporada ha cumplido con esos preceptos. Allí
ha estado la clave de su éxito.
Un equipo puede tardar años en establecer relaciones de ese
tipo, algunos nunca lo consiguen. López ha sido el catalizador y el cemento que
une los ladrillos de Caribes, apenas en una campaña.
“Todavía no asimilo la mayoría de las cosas que me están
pasando. Es inexplicable. Trato de vivir día a día, poner los pies sobre la
tierra y andar bajo perfil. No puedo ser una persona diferente. No me quiero
imaginar, si Dios nos sigue colmando de bendiciones y obtenemos el campeonato,
cómo reaccionaría y si no ocurre, intentaré tomarlo de la mejor manera, tal vez
con un poco de nostalgia porque hemos trabajo duro. Pero tengo mucha fe. Espero
que todo nos siga saliendo bien en el terreno”, dice esperanzado López.
Al menos la presión pasó, quedó atrás.
“En Caribes de Anzoátegui no hay ningún tipo de presión. La
presión se genera desde la gerencia y los dueños, pero no tenemos ese tipo de
club. La oficina siempre me ha apoyado y, en mi caso, soy una persona abierta,
que escucho todo tipo de sugerencias. Siempre hemos conversado. Cuando pensé en
lo que venía, en la final, hubo nervios. Igual que el primer día de la
temporada. Pero pasaron apenas llegué al Chico Carrasquel. Una vez que pisé el
terreno desapareció todo”.
En la víspera de la final, durante la práctica del club
antes de saltar al terreno a dirimir el cetro de la 2014-2105 con los
Navegantes del Magallanes, el campeón de las últimas dos ediciones del torneo,
López hizo una última arenga a sus dirigidos.
“Sentí que el año pasado salimos al terreno y nos sentíamos
inferiores. Creo que eso nos afectó mentalmente. Luego de las dos primeras
derrotas, entendimos que podíamos jugar y ganarle a un equipo como Magallanes.
Pero ya era tarde. Creo que esta vez el plantel es más sólido. Más consciente
de lo que es capaz de hacer. No podemos alejarnos de lo que nos ha dado éxito.
No podemos dejar que nadie nos quite el sueño. En mi caso seguiré fiel a mis
instintos, a lo que he establecido aquí. Eso no variará”.
Nadie puede dudarlo. López no rehúye los retos y es fiel a
sus principios.
Esta nota apareció publicada en LVBP.com el 25 de Enero de
2015
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