E l regreso de las lluvias desde finales de octubre ha activado las señales de alarma en la Liga Venezolana de Beisbol Profesional. Sólo tres encuentros de los 13 que no pudieron jugarse en sus fechas originales, debido a las condiciones ambientales, han podido completarse. Todavía 10 esperan realizarse entre el 1° y el 21 de diciembre, por lo que nuevas suspensiones podrían comprometer seriamente el calendario oficial y el inicio de la postemporada el próximo 2 de enero.
José Grasso Vecchio, presidente del circuito, entiende lo complicado de la situación, pero asegura que todavía se pueden manejar las reprogramaciones.
Sólo que nunca es bueno tentar la suerte, sobretodo cuando este tipo de previsiones no se tomaron al momento de diseñar el calendario 2010-2011. El radiante sol que acompañó a la mañana del domingo podría ocultarse en cualquier momento a causa de la inestabilidad atmosférica que golpea la zona norte del país, de acuerdo con reportes metereológicos oficiales. Si la naturaleza se opone será imposible luchar en su contra.
Incluso si no sigue lloviendo y dos o más equipos terminan igualados en la lucha por la clasificación, se necesitarán fechas extras para definir a los cinco invitados a la tierra prometida, lo que provocaría un efecto dominó que terminará impactando la final y dejará poco margen para armar al club campeón con los refuerzos, ir a la embajada de Estados Unidos, conseguir las visas, y viajar a Puerto Rico, sede de la próxima Serie del Caribe. Un detalle en el que tal vez los representantes de la LVBP no han reparado.
Los ocho equipos no estuvieron de acuerdo en comenzar el torneo antes del 12 de octubre, ni iniciar la postemporada en diciembre, como el año pasado, por diversas razones, entre ellas la económica (la taquilla no fue buena cuando se jugó parte del playoff antes del nuevo año).
Si el calendario no puede ajustarse para evitar las complicaciones que pueden originar las precipitaciones o algo tan simple como un partido de desempate, ¿cuál podría ser la salida? Tal vez habría que revisar el formato de clasificación y sopesar la idea de regresar al viejo sistema de sólo cuatro clasificados, con semifinales directas o todos contra todos, que permitan la holgura necesaria para enfrentar cualquier contingencia y estructurar al monarca nacional antes de subirse al avión.
Además de contar con la disponibilidad de un mayor número de refuerzos para la segunda fase del torneo. La figura del comodín o quinto clasificado se remonta a cuando los clubes estaban repartidos en dos divisiones y se puso en práctica a partir de la campaña 19951996, una zafra después de que Cardenales de Lara quedara eliminado en la reunión occidental, con récord de 33-27, como escolta de Águilas del Zulia (36-24) y Tigres de Aragua (34-26).
La propuesta, que salió de las oficinas crepusculares, para que una injusticia como esa no volviera a repetirse, tuvo buena acogida entre el resto de los ejecutivos del circuito.
Desde entonces, salvo casos excepcionales, se ha premiado a la mediocridad. En 14 años sin incluir la campaña 2002-2003 cancelada por los problemas políticos que reinaban en el país sólo seis conjuntos que compraron el boleto de "wild card" o terminaron en el quinto lugar, lo hicieron con balance positivo. El último de esa clase se extinguió hace un lustro. Mientras que el récord histórico de todos los "quintos" es de 433-432 (.501).
En los playoffs las estadísticas no mejoran. Sólo cuatro "quintos" han terminado con números azules, tres han llegado a la final y dos han abrazado el título (Zulia, en la 1999-2000, y Aragua, en la 2004-05). El balance general es un nada halagador 110-129 (.460), incluida la instancia definitoria del torneo.
¿Vale la pena arriesgar tanto por tan pobres resultados?
Esta columna apareció publicada en el diario El Nacional el 29 de octubre de 2010
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