Eliézer Alfonzo se unió a la nave como agente libre y compiló la mejor temporada de su carrera |
La gerencia de Magallanes, muy criticada en los últimos años, hizo importantes movimientos antes del inicio de campaña, que resultaron clave para el equipo
Administrar las operaciones de un equipo en las
ligas invernales es una de las tareas más difíciles del beisbol, si te toma en
cuenta la camisa de fuerza en la que se han convertido las restricciones impuestas
desde Major League Baseball a los peloteros nativos, las dificultades para encontrar importados que
puedan adaptarse y rendir en condiciones poco convencionales, rosters que
cambian cada semana, jugadores que van y vienen de acuerdo a agendas
personales, un calendario exigente, con viajes extenuantes, y un sinfín de
matices que aparecen en cuestión de horas y que pueden cambiar radicalmente lo
que apariencia era un panorama “claro”.
Una campaña exitosa termina convirtiéndose en el hallazgo
de un gran tesoro. Muchas veces la suerte juega un papel importante para
sortear los obstáculos de la cruzada, pero sin planificación y una visión clara
de lo que se aspira a tener, pocas veces se logra terminar el recorrido y
alcanzar el Santo Grial.
Magallanes puede darse el lujo de apuntar entre sus logros
la campaña 2012-2013. Terminó la ronda eliminatoria en el primer lugar y luce
como el equipo mejor balanceado y con mayor profundidad en la semifinal. Todo
un lujo a estas alturas del campeonato.
La gerencia, duramente criticada por varios
movimientos desde la zafra 2009-2010, cuando la responsabilidad de estructurar
al club tuvo en Luis Blasini nombre y apellido, hizo varios movimientos antes
del inicio y durante la contienda que hasta ahora han señalado el rumbo al
navío.
Como agentes libre llegaron el zurdo Gustavo Chacín
y Eliézer Alfonzo, mientras que vía cambio el conjunto se hizo de los servicios
de Carlos Maldonado, Francisco Cervelli y Carlos Zambrano.
“Hay que darle todo el crédito a Blasini por la
llegada de Chacín y Alfonzo”, asegura Juan José Ávila, ex presidente del club y
consejero del alto mando valenciano. “Se acercó a la directiva y argumentó las
razones para las que debíamos contratarlos. Allí están los resultados. Fueron
dos hombres clave”.
Chacín no perdió turnos en la rotación y terminó
entre los líderes de la campaña en aperturas (14), innings (68.2) y efectividad
(3.67).
Alfonzo (16) y Maldonado (12) reunieron los mejores
números en sus carreras y se combinaron para largar 28 cuadrangulares, cifra que
rompió el récord de la franquicia para una pareja, vigente desde la zafra
1953-54 cuando Bill Taylor (16) y Luis “Camaleón” García (11) sacaron 27
bambinazos.
Cervelli dio mayor profundidad a la posición de
receptor y Zambrano estabilizó la rotación de abridores.
“Me sorprendió ver cómo Cervelli suda la camiseta,
su entrega, y Zambrano adquirió un compromiso y lo cumplió, luego de gestionar
su cambio con Caribes. Ambos son carabobeños y magallaneros. Eso tiene un peso”,
agregó Ávila.
La gerencia navegante modificó su visión de otros
años, en los que parecía existir una obsesión en adquirir figuras con estatus
de ligamayoristas.
“Tratamos de corregir errores”, puntualiza Roberto
Ferrari, coordinador de la comisión deportiva. “Ahora estamos más abiertos a
realizar transacciones y a buscar a peloteros de todos los días. Ese es el
perfil de Alfonzo, Maldonado y Chacín, pero también de Juan Rincón, que llegó
junto con Cervelli y Amalio Díaz, que vino desde Zulia después de devolver a
Humberto Quintero, que nunca quiso uniformarse. Antes planificábamos a partir
de los grandeligas y aquí no puedes hacer eso. Esos jugadores son complementos.
Nosotros no clasificamos con Pablo Sandoval, Elvis Andrus ni Juan Rivera. Ellos
blindaron el equipo que ideamos al principio”.
Todavía la carera de obstáculos no termina, pero el
balance del Magallanes es positivo y la tierra prometida no es un espejismo.
Esta columna apareció
publicada en el diario El Nacional el 7 de enero de 2013
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