Tras ocho años fuera del beisbol, el relevista vivió su regreso
con gran intensidad y la sensación de estar en medio de un nuevo debut
Apenas Ugueth Urbina salió a calentar al montículo del Estadio
Universitario los aficionados empezaron a aplaudirlo y cuando su nombre fue
anunciado por el sonido interno estalló una ovación.
El derecho colgó un cero en el sexto inning del partido en el
que Caracas apaleó 11-2 a Anzoátegui. La última vez que había lucido el
uniforme de los Leones se remontaba al 8 de enero de 2005, precisamente contra
los Caribes.
“No me acordaba”, sonrió frente a los lentes de las cámaras y
media docena de periodistas. “Gracias a Dios, me sentí muy bien. Había estado
trabajando muy fuerte para este día. Contento, agradecido con mis compañeros y
el equipo por la oportunidad. Había soñado con este momento durante mucho
tiempo y hoy se cumplió”.
“Fue tremendo”, destacó el antesalista Daniel Mayora. “Lo veía
lanzar cuando era un niño. Ahora estoy con él, en el mismo terreno de juego”.
Durante la rueda de prensa, Urbina en ocasiones se detuvo para
tomar aire. No podía ocultar su emoción.
“El público siempre me ha apoyado en Caracas y esta vez no fue
la diferencia. Sentí lo mismo que cuando gané la Serie Mundial con los Marlins
(en 2003). Fue una experiencia bonita, sentimientos indescriptibles. La emoción
muy similar por todo el tiempo que estuve fuera del beisbol”.
Bob Abreu es el único jugador activo de los Leones que fue compañero de Urbina hace más de una década |
El ex grandeliga, de 39 años de edad, fue liberado de prisión en
diciembre de 2012, tras cumplir más de la mitad de su condena de 14 años y 4
meses, luego de ser encontrado culpable por el delito de homicidio calificado
en grado de frustración y de agavillamiento en 2005.
Desde entonces, Urbina ha estado preparándose físicamente y el
martes lució como en los viejos tiempos. Como relevo del iniciador Tiago Da
Silva dominó a Gorkys Hernández con batazo corto al jardín central, obligó a
Luis Núñez a batear un rodado por el campocorto, le dio boleto a José Castillo,
que en medio del turno debió arrojarse al suelo para evitar ser impactado por
un envío muy cerca de la cabeza, y ponchó a Corey Aldridge.
“Las mariposas en el estómago siempre están ahí, pero sabía que
no era un juego de exhibición. Estamos en temporada. Todo lo que una haga aquí
cuenta. Y eso fue lo bonito, tratar de ayudar al equipo. Siempre que sale el
abridor, todos somos cerradores. Así que tenemos que sacar la entrada que nos
dan”.
Para el derecho fue un alivio no golpear a Castillo.
“Hasta yo me asusté. Menos mal que reaccionó y pudo quitarse”,
volvió a esbozar una sonrisa. “Castillo debe estar contento con lo que está
pasando. Cuando calentaba, me saludó y me deseó suerte. Es un compañero de
siempre, aunque esté en otro club”.
Al finalizar su actuación, Wilfredo Romero, actual instructor de
jardineros del Caracas y uno de sus compañeros en los 90, salió a recibirlo en
la puerta del dugout y lo abrazó.
“Nos conocemos desde hace 30 años. Varios de mis amigos están
felices porque querían verme lanzar de nuevo. Otras personas nunca pensaron que
volvería. Wilfredo es una de esas personas que siempre han estado allí para
darme apoyo toda la vida”.
“Lo vi lanzar hace años (en la década de los 90), cuando era un
muchacho y yo estaba en Valencia (como coach del Magallanes). Era muy
dominante”, refirió el manager Dave Hudgens. “Estar fuera durante 8 años y
regresar, es algo muy difícil de hacer. Me alegro por Ugueth”.
Fue como el estreno de un novato, un recluta cotizado que todos
esperaban ver, incluso se repitieron algunos de los rituales de iniciación. Fue
un déjà vu para Urbina.
El receptor Ramón Cabrera le entregó la pelota con la que ponchó
a Aldridge y celebró con el puño en ristre.
“La pondré en un cuarto especial de mi casa en el que guardo
recuerdos de mi carrera. Tendrá un sitio especial”.
Un brazo que ayudará
La pantalla del Estadio Universitario registró la recta de
Ugueth Urbina entre las 90 y 91 millas por hora, más de lo que esperaba el
derecho.
“Estoy contando con mi experiencia. Para empezar me conformaba
con 89-90 mph”, advirtió. “Pero de a poco, el brazo se está fortaleciendo.
Quizás suba más las millas. Aunque me sentiría satisfecho con ayudar al
equipo”.
El manager Dave Hudgens aseguró estar sorprendido y celebró el
regreso del taponero.
“Todos estaban emocionados por él, los aficionados y los
peloteros. Trabajó duro para regresar a este punto. Fue emocionante verlo y la
manera como funcionó su repertorio: Buen cambio, el slider estuvo bien, y la
velocidad alrededor de las 90 mph. Pienso que nos ayudará”.
Hudgens adelantó que Urbina puede encajar en el medio de los
partidos, en algún momento entre el sexto y séptimo.
“Con esa clase de experiencia será de mucha utilidad”, señaló el
piloto.
Esta nota apareció
publicada en el diario El Nacional el 18 de Octubre de 2013
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