Wilson Ramos asistió a su tercera final en la liga y por primera vez lo hace como figura de Aragua. El receptor, uno de los mejores bateadores del circuito en los últimos tres años, aparecerá hoy entre los mejores productores de la serie decisiva 2010-2011.
Una imagen que debemos guardar en la memoria. Quizás en una o dos campañas no vuelva a aparecer en la postemporada. Tal vez ni siquiera vista el uniforme de los Tigres. "Bienvenido al mundo real", como diría Morfeo al momento de revelar al incrédulo Neo, el terrible presente en The Matrix.
El futuro de nuestro beisbol es menos apocalíptico, pero igual de preocupante. Cada año que pasa la LVBP, y el resto de sus pares en el Caribe y México, sufren las ausencias de sus principales figuras en las mayores, e incluso de los que están en proceso de formación en las granjas de MLB, o las van perdiendo a medida que avanza el exigente calendario de invierno hasta llegar a la postemporada. Ramos que intentará ganarse un puesto con los Nacionales en la primavera fue apenas uno de los cinco criollos incluidos en roster de 40, que aparecieron en los siete choques entre Caribes y Tigres. El resto estuvo encabezado por Jonathan Herrera (Rockies), Héctor Giménez (Dodgers), Oscar Salazar (Padres) y Eduardo Sánchez (Cardenales). Ninguno ha jugado una temporada completa en las mayores. Sánchez apenas asiste por segundo año a un spring training, como protegido.
Los otros ocho que viajarán a la primavera de la gran carpa aparecen como invitados: Alexi Amarista (Ángeles), Yorman Bazardo (Mellizos), Endy Chávez (Rangers), Raúl Chávez (Mets), Jesús Guzmán (Padres), Wilfredo Ledezma (Azulejos), Gustavo Molina (Yanquis) y Yohan Pino (Indios). El grupo representa apenas el 20% de la lista activa de 64 peloteros que jugaron en la final, 32 por club.
En el anterior enfrentamiento por el título entre Anzoátegui y Aragua, hace apenas siete años, la diferencia fue notable. Actuaron Miguel Cabrera, que venía de ganar la Serie Mundial con Florida en su año de novato; Magglio Ordóñez, figura de los Medias Blancas; Carlos Silva, un confiable relevista de Filadelfia; Endy Chávez, titular con los Expos, y Juan Rivera, suplente de Montreal; Luis González, que acababa de ser tomado en el draft de la regla 5 por Colorado; los prospectos Omar Infante y Alberto Callaspo. Casi el 60% de ambas nóminas estuvo presente en los entrenamientos de 2004.
En febrero del año pasado, Juan Puello Herrera, presidente de la Confederación del Caribe, no se anduvo con rodeos cuando se le interrogó sobre el tema. “Olvídense de los grandes nombres. No van a venir por muchas razones”, dijo el dominicano a propósito de una Serie del Caribe huérfana de atractivos. “No podemos etiquetar nuestro éxito o fracaso por los peloteros que están aquí. Nuestras estrellas son los jóvenes. Ese es el futuro del beisbol en el Caribe”.
Carlos Ríos, gerente deportivo de Anzoátegui, admitió que antes de iniciarse la temporada hizo planes con Carlos Zambrano, Carlos Silva, Ordóñez, Infante y José Tábata. Todos se evaporaron.
Tábata fue el único que logró uniformarse, luego de un largo proceso de negociaciones con Pittsburgh, y sólo pudo actuar en 14 partidos. El jardinero apenas es un recluta en la gran carpa. “La próxima campaña pensamos armar una rotación que incluya a José Álvarez y Eduardo Figueroa”, señaló Ríos. Álvarez y Figueroa fueron figuras del joven cuerpo monticular de la tribu este año. Ninguno tiene experiencia más allá de clase A.
César Ciurcina, el abridor de Aragua en el séptimo juego de la final, lanzó en la filial de novatos de Minnesota en el verano anterior. “Vamos a proponer revisar algunas interpretaciones erróneas del Acuerdo Invernal”, comentó José Grasso Vecchio, presidente de la LVBP.
Pero los circuitos caribeños deberán acostumbrarse a su camisa de fuerza. Moverse un poco para que los brazos no se entumezcan y, como Neo, adaptarse para sobrevivir.
Esta columna apareció publicada en el diario El Nacional el 31 de enero de 2011
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