lunes, 17 de octubre de 2011

Décimo Inning

José Altuve tuvo una temporada de ensueño con lo Astros


José Altuve fue rodeado por grabadoras, micrófonos y cámaras, apenas puso un pie en el terreno, antes del partido del sábado. El segunda base estaba cerca de estrenarse en la temporada y Magallanes jugaba por primera vez en Valencia, después de iniciar la eliminatoria con tres partidos en Maracaibo. La atmósfera que se respiraba en el José Bernardo Pérez era muy similar a los minutos que preceden a un concierto de rock y el maracayero sonreía, entre sorpresa y complacencia.
Hace un año, pocos conocían su rostro. Altuve era un nombre entre muchos novatos que fueron asignados a las filiales navegantes del Programa de Desarrollo, conocido como Liga Paralela. Y su primer partido de la zafra fue sin público, tal vez con algunos familiares observando. Esta vez fue recibido como grandeliga, como figura del equipo, igual que Pablo Sandoval, el único que ese día le disputó popularidad entre los aficionados y periodistas, cuando sorprendió a todos con su participación en la práctica de bateo.
“Me siento con las mismas ganas de jugar del año pasado, un poco diferente porque vengo de las mayores. Pero es el mismo beisbol, sólo quiero volver a hacer el trabajo y estar a disposición del manager (Carlos García)”, respondió a la primera interrogante, sin aspavientos.
Pero ante la insistencia de quienes disparaban preguntas una tras otra, admitió que sus días de anonimato terminaron, aunque tenga cierta reticencia al término “figura”.
“Bueno, sí. Imagino que la exigencia será mayor. Pienso aprovechar toda la experiencia que adquirí en las mayores. Ese nivel de competencia te exige consistencia y entonces es cuando descubres las cosas que necesitas mejorar. Estar aquí es una oportunidad para seguir trabajando en esos detalles”.
Altuve se convirtió en noticia en los entrenamientos de primavera, a los que asistió como invitado de los Astros de Houston, por su estatura de 1,66 metros. Su presencia en el complejo de los siderales en Florida fue un premio a la sólida temporada de 2010 y a los progresos que exhibió con Magallanes durante el invierno, después de recibir la oportunidad. Pero el maracayero no aparecía entre los principales prospectos de los Astros, hasta que con su esfuerzo escribió un exitoso guión que le convirtió en protagonista de la historia más destacada entre todos los venezolanos que comenzaron 2011 en el sistema de granjas del beisbol organizado.
Altuve fue asignado al Lancaster (A+) y luego promovido al Corpus Christi (AA). Fue el representante de Houston en el Juego de Estrellas del Futuro. Exhibió promedio combinado de .389 (357-139), el más alto de todas las ligas menores, con 10 jonrones y 59 producidas, en 87 desafíos. A los pocos días dio el salto a grandes ligas, con apenas 21 años. Arriba apareció en 47 partidos e inscribió su nombre en los anales de los Astros, tras conectar el primer jonrón de su carrera dentro del campo. Una actuación que fue reconocida con la distinción “Jugador del Año” por el departamento de desarrollo de peloteros de los texanos.
“Siempre soñé con algo así, pero nunca pensé que llegaría tan pronto”, confesó Altuve, que apenas descansó poco más de una semana para uniformase con Magallanes, luego de actuar en 144 desafíos en el verano.
“Cuando eres joven y termina un partido, regresas a casa con la ilusión de que las horas pasen rápido para estar de vuelta en el estadio. Entonces tomas tu guante y comienzan a tirar la pelota hacia arriba y a atraparla. Tienes la ilusión de volver”, evocó Dámaso Blanco, figura del Magallanes entre el 1968 y 1975, al referirse al ímpetu de la juventud que ahora rodea al equipo.
Altuve es ese muchacho ilusionado, que solo piensa en volver. 


Esta columna apareció publicada en el diario El Nacional el 17 de octubre de 2011

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