miércoles, 5 de julio de 2006

"Montero tiene un talento muy especial"

Félix Olivo, el agente del prospecto carabobeño, relata la historia de cómo fue reclutado por los Yanquis 

Hace tres años, Jesús Montero, el adolescente de Guacara a quien los Yanquis de Nueva York le dieron una bonificación de 2 millones de dólares por su firma, era un “gordito”. Pero su nivel estaba muy por encima de los chicos de su misma edad. Tanto que llamó la atención del agente Félix Olivo y de su grupo de colaboradores.
“Trabajo con el conocido técnico Mauro Zerpa (“El Chino”), que conoce a la familia Montero desde hace varios años”, dijo Olivo, que es presidente de la firma OL Baseball Group. “Cuando me habló de Jesús (en 2003) y lo vi jugando en la Li-menor Valencia, me llamó poderosamente la atención su estatura, aunque que tenía un importante sobrepeso. Así que preferí esperar observarlo con calma y esperar hasta dónde podía llegar. Pero con una gran determinación, alcanzó su peso idóneo y eso nos motivó a iniciar todo este proceso, que comenzó cuando tenía 13 años y concluyó este domingo con su contratación para los Yanquis”.
Zerpa terminó de convencerse del potencial de Montero -conocido con el apodo de “Burul”- durante un nacional realizado en el 2002, que tuvo como sede el estadio Alejandro Sevilla de La Isabelica. “Me enfoqué en Montero, a pesar de su contextura, porque tenía un bate especial. Había que trabajarlo, pero el talento estaba allí”, rememoró el veterano entrenador.
Ya convencido, casi un año después, Olivo aceptó llevarlo a su academia en San Joaquín, para comenzar a pulir aquel diamante en bruto. “Hicimos un estudio de su contextura y buscamos la posición a la que se amoldaba más”, explicó el ejecutivo. “Tratamos de experimentar en tercera base, pero era algo torpe y lento en ese lado del cuadro. Luego nos dimos cuenta que en la receptoría podía funcionar, pues su brazo estaba muy por encima del promedio. Empezamos a trabajar allí. Al principio era un poco rígido, no tenía mucha flexibilidad, pero se fue poniendo a tono y se adaptó a las exigencias de la posición”.
Las jornadas fueron bastante arduas para Montero. De cuatro a cinco horas diarias, Zerpa pulía sus fundamentos beisbolísticos. Luego el entrenador de atletismo Ismael Ochoa y el profesor Rafael Álvarez, preparador físico de los Navegantes del Magallanes y trainer personal de Bob Abreu, se enfocaban en moldear su cuerpo. A la vuelta de dos años, Jesús dio un vuelco radical, su aspecto cambió y allí comenzó a ser una suerte de secreto a voces entre los entendidos.
Durante el proceso de preparación, Olivo había invertido la mayor parte de su tiempo en gestionar las firmas del derecho merideño Miguel Márquez, a quien los Marineros de Seattle le dieron un bono de $525.000 en 2004, y de otro lanzador, el diestro bolivarense Deolis Guerra, reclutado por los Mets de Nueva York con un incentivo de $730.000. En su momento, fueron las bonificaciones más altas del mercado internacional de agentes libres en el país.
“Una vez concluidos esos acuerdos, me dije que era el momento de comenzar a mostrar a Jesús, sin que las organizaciones de las mayores tuvieran otras distracciones”, reveló Olivo.
El apellido Montero comenzó a sonar. Varios equipos de grandes ligas iniciaron el asedio.
Polémica en la LVBP
Montero debía ser expuesto en una vitrina adecuada para que pudiera exhibir su potencial ante los ojos de los scouts. Olivo pensó en el Programa de Desarrollo de la Liga Venezolana de Beisbol Profesional, pues en ese momento el joven prodigio tenía un acuerdo de trabajo con de los Leones del Caracas.
“En 2004, cuando Jesús tenía 14 años, visité a la directiva del Magallanes para ofrecerlo, pues mi intensión siempre ha sido llevar estos talentos de Carabobo a los Navegantes. Pero no gustó por su físico y tampoco se tomaron la molestia de hacerle un seguimiento y darle una oportunidad. Así que tuvimos una reunión con la gente de Caracas, con quienes teníamos muy buenas relaciones desde 2002, cuando logramos llegar un acuerdo para Miguel Márquez. Abrimos esa puerta con los Leones y ellos vieron a Jesús como un potencial jugador profesional y nos ayudaron enviándolo a la liga paralela”.
Montero respondió con un sólido .377 (69-26) de promedio, con siete dobles, dos jonrones y 10 remolcadas, en 22 encuentros, 18 de ellos como titular, con el conjunto Leones de la División Valencia.
“Tomó el ritmo de la liga casi de inmediato. Adquirió mucha más confianza detrás del plato y se familiarizó con los pitcheos que debía llamar, mientras demostraba que podía batear en un nivel como ese, con jugadores de dos y tres años en el profesional, cinco o seis años mayores. Así llegamos hasta el punto en que nos encontramos ahora”.
Montero logró hilvanar una cadena de 17 encuentros con al menos un imparable y en el estadio de San Joaquín, uno de sus cuadrangulares recorrió más de 400 pies, por el jardín central.
En noviembre pasó al Magallanes, luego que Caracas no lo protegiera en la lista de 75 peloteros que cada equipo debe presentar ante la LVBP, so pena de perder a manos de cualquier otro club a quienes no estén en ese roster ampliado.
“Roberto Ferrari -miembro del tren directivo naviero- lo vio en un tryout que realizamos para los Yanquis en el estadio José Bernardo Pérez”, relató Olivo. “Esa tarde sacó dos pelotas del estadio, ante lanzadores profesionales. Una pasó por encima de la pizarra electrónica que está entre el jardín central y el izquierdo, y la otra viajó por encima de la barra Pepsi”.
Montero estaba disponible para ser reclamado por cualquier otro conjunto del circuito. Magallanes fue el afortunado. Tan sólo debió pagar una indemnización al Caracas de tres millones de bolívares, de acuerdo a lo estipulado por la LVBP.
“No pensábamos que Montero fuera elegible para protegerlo”, aseguró Ariel Prat, presidente de los melenudos. “Apenas tenía 15 años y Caracas sólo existía un convenio de trabajo. No podíamos firmarlo a esa edad. Pero la liga avaló la acción de Magallanes y aunque no estamos de acuerdo debemos aceptar la decisión”.
Montero terminó el Programa de Desarrollo con dos hits en 10 turnos con la novena Magallanes.
“¿Quieren verlo? Súmense a la fila”
Las peticiones para ver al prospecto comenzaron, literalmente, a llover. Entre noviembre de 2005 hasta principios de junio pasado, los compromisos no pararon.
“Presenté a Jesús como un chico con un talento especial, que podía ser atractivo para cualquier organización. Durante su actuación en la paralela, varios scouts de las diferentes organizaciones que hacen vida en Venezuela, se interesaron. En ese momento planeamos llevarlo a los entrenamientos de primavera”.
La gira se desarrollo entre febrero y marzo. La primera parada fue en Winter Haven, en el complejo de los Indios de Cleveland, donde vio el gerente general del equipo, Mark Shaipro. Luego siguió a Tampa, sede del complejo de los Yanquis. Más tarde Port St. Lucie, búnker de los Mets, donde Montero bateó en una práctica junto a Carlos Beltrán, Julio Franco y Endy Chávez. Por último, Fort Myers, localidad en la que entrenan los Medias Rojas. Allí Trot Nixon, David Ortiz, Alex González compartieron su turno de práctica con el joven, bajo la atenta mirada del ejecutivo Theo Epstein.
En abril, Montero debió visitar varias ciudades del este y oeste de EE.UU. Dos meses más tarde, los Yanquis ya habían ganado la puja por el nuevo fenómeno venezolano de 16 años.

Esta nota apareció publicada en el diario Notitarde el 4 de julio de 2006

lunes, 3 de julio de 2006

Jesús Montero emprende una millonaria aventura


Los yanquis de Nueva York firmaron al receptor carabobeño por un bono histórico para un pelotero venezolano
  
El venezolano Jesús Montero se convirtió ayer en el suceso más importante de la apertura del mercado internacional de agentes libres, tras lograr una firma histórica con los Yanquis de Nueva York.
Montero, considerado el prospecto número uno de Latinoamérica, firmó por 2 millones de dólares, el bono más alto que una organización de Grandes Ligas le ha otorgado a un pelotero criollo, superando el incentivo de $1,8 millones que recibió Miguel Cabrera, de los Marlins de Florida, el dos de julio de 1999.
El contrato tomó por sorpresa al adolescente de 16 años, originario de Guacara. “Es increíble que sea el bono más alto para un venezolano. Es un gran reto. Esta es una organización con mucha historia, es un equipo de retos. Eso fue lo que me motivó a firmar”, dijo Montero.
El incentivo más jugoso que los Yanquis habían entregado a un venezolano era de $1,6 millones y lo ostentaba el jardinero Jackson Melián, desde 1996.
Lin Garret (izquierda) Jesús Montero y Héctor Rincones
La contratación fue realizada por Lin Garrett, vicepresidente internacional de búsqueda de talentos de los Yanquis, y el boricua Carlos Ríos, coordinador de scouts para América Latina, quienes estuvieron acompañados por los cazatalentos Ricardo Finol, Héctor Rincones y Darwin Bracho, representantes de los neoyorquinos en el país.
“En nombre del dueño del equipo, George Steinbrenner, y toda la organización, estamos realmente complacidos de tener con nosotros a Jesús, uno de esos raros talentos que pocas veces se consiguen”, dijo Garrett, durante la rueda de prensa que se llevó a cabo en un conocido restaurante del municipio San Diego.
Montero, un receptor que lanza y batea a la derecha, despertó el interés de varios equipos de las mayores desde que tenía 14 años y, según los expertos, es comparable con Mike Piazza, el catcher con más cuadrangulares en la historia de las mayores.
“Jesús es un tipo muy similar a Piazza, que puede sacar 30 o 40 jonrones y batear para promedio, algo que lo llevó a establecerse en las mayores, pese a no ser un docto de la receptoría”, señaló Ríos, quien ha seguido muy cerca el desarrollo de Montero. ´”Entendemos que Jesús tiene el mismo poder, pero puede llegar a ser mucho mejor a la defensiva. Sin duda alguna, tiene la flexibilidad y la capacidad para aprender. Su valor en el mercado es enorme, por lo escaso de jugadores con sus características”.
Montero, quien no tiene relación familiar con el también receptor, y prospecto de los Cascabeles de Arizona, Miguel Montero, a pesar de la coincidencia de apellidos, visitó el complejo de los Yanquis en Tampa, a mediados de marzo y demostró que a su corta edad puede ser el pelotero que esperan los Yanquis.
“Aprendió mucho durante esos días. Tiene un gran potencial. Jugó con los principales prospectos de los Yanquis, peloteros firmados hace dos o tres años y estuvo a la altura”, agregó Ríos. “Posee las tres herramientas primordiales de un catcher, que son recibir, lanzar a las bases y batear. Pero también tiene la cuarta y la quinta para un jugador, que son poder y average. Ahora mismo podríamos decir que tiene cuatro, pero puede llegar a estar por encima del promedio en todas. Esa fue la ventaja que vimos al firmarlo. Mucha gente lo visualizaba como primera base, pero nosotros tenemos la certeza de que será un receptor. Su bate lo va a llevar a las grandes ligas. Su fuerza está presente y creo que tiene la capacidad para aprender esa posición y a Jesús le gusta estar detrás del plato”.
“Posee una gran habilidad para batear con fuerza hacia la banda contraria”, agregó Félix Olivo, agente de la firma West Coast Sports Management, que representa al prospecto. “Todavía debe trabajar con la rapidez de sus piernas para equipararlas con la velocidad de su brazo y así tener una mecánica perfecta. Luego el tiempo le dará la madurez necesaria para llamar el juego, comunicarse con los pitchers. Todavía es un poco tosco, pero tiene una gran capacidad de aprendizaje”.
La organización quiere que sus mejores instructores trabajen con Montero. El miércoles viajará a Tampa, donde se someterá a un examen físico exhaustivo. Allí también recibirá clases intensivas de inglés durante un mes. “Debe dominar el idioma. Su posición requiere de mucha comunicación con los lanzadores”, dijo Ríos.
Luego irá a la academia de los Yanquis en República Dominicana. El 1° de agosto será presentado en Yankee Stadium, durante el inicio de una serie entre Nueva York y los Azulejos de Toronto. “Allí tendrá la oportunidad de ser presentado formalmente a los medios de la ciudad y al alto mando de los Yanquis, incluido Brian Cashman y George Steinbrenner”, reveló Olivo.
Un cambio radical en la vida del adolescente, que hace apenas tres años era un chico rollizo, que jugaba pelota en la Liga de La Isabelica. “Llevo el beisbol en la sangre. Me gusta trabajar. Hacer lo correcto. No creo que tenga problemas con eso (la exposición a los medios). Pienso que puedo manejar la situación”, enfatizó Montero, con una sonrisa que resaltó sus rasgos todavía infantiles, pero con el aplomo que caracteriza al perfil de los jugadores de los Yanquis.
Tampoco el dinero será un problema. “Aún no nos hemos sentado hablar de eso mi familia y yo, pero llegará el momento. Lo vamos a invertir, para asegurar nuestro futuro”, sonrió de nuevo.
¿Y cómo reaccionarán sus amigos? “Algunos de los más cercanos me dicen que siga adelante, que esperan verme en las grandes ligas. Otros se llevarán una sorpresa cuando vean todo esto en la prensa”.
Montero regresará a Venezuela en septiembre y en octubre volverá a EE.UU. para reportarse a la Liga Instruccional de Florida. Luego deberá esperar hasta 2007, cuando sea asignado al sistema de ligas menores de los Yanquis.
“Desde pequeño le inculcamos la responsabilidad de llegar temprano a los juegos, todos los fines de semana. Empezó a jugar a los cuatro años, en la categoría semillita”, recordó Carmen Cristina de Montero, madre de Jesús. “A los 13 años todo cambió, las cosas comenzaron en serio. Asistía a los tryouts. Tenía que esperarlo entre tres y cuatro horas. Debía que ingeniármelas para hacer el almuerzo”.
“Ella fue muy importante durante todo el proceso de su firma”, intervino el orgulloso padre, Jesús Rafael Montero, quien es dueño de un taller mecánico. “Lo pusimos a jugar beisbol para que me dejara trabajar. Era algo inquieto. Y fíjate. A los que nos gusta el beisbol siempre tenemos el sueño de ver un hijo jugar en el profesional. Imagínate todo esto. Ahora estamos más cerca de conocer Yankee Stadium”.
Lin Garret, Jesús Montero y Félix Olivo FOTOS RAÚL GALINDO GALIÁN
Para el señor Montero, todavía ajeno a las exigencias de la fama que desde ahora deberá encarar su familia, Jesús seguirá siendo “Burul”, el sobrenombre que le heredó desde que era un bebé y por el que es conocido en los parques de beisbol menor carabobeños.

Con Magallanes
Jesús Montero es reserva de los Navegantes del Magallanes, equipo que se hizo de sus derechos en noviembre pasado. Un sueño hecho realidad para el chico, quien se describe como acérrimo magallanero.
“Me gustaría jugar con ellos la próxima temporada”, dijo Montero, quien ayer también estuvo acompañado por Jorge Latouche, presidente de los navieros, y Maximiliano Branger, miembro de la Junta Administradora.
Sin embargo, Montero no podrá hacerlo al menos hasta el 2008. “Nos gustaría que en los próximos dos años esté cerca de nosotros. Todavía tiene mucho que aprender. De cualquier forma sería importante para él jugar en un equipo como Magallanes, con el que tenemos muy buenas relaciones”, dijo Ríos.


*Un año después los Yanquis ajustaron el bono de Montero a $1,65 millones. 


Esta nota apareció publicada en el diario Notitarde el 3 de julio de 2006