lunes, 31 de enero de 2011

Décimo Inning


Wilson Ramos asistió a su tercera final en la liga y por primera vez lo hace como figura de Aragua. El receptor, uno de los mejores bateadores del circuito en los últimos tres años, aparecerá hoy entre los mejores productores de la serie decisiva 2010-2011.
Una imagen que debemos guardar en la memoria. Quizás en una o dos campañas no vuelva a aparecer en la postemporada. Tal vez ni siquiera vista el uniforme de los Tigres. "Bienvenido al mundo real", como diría Morfeo al momento de revelar al incrédulo Neo, el terrible presente en The Matrix.
El futuro de nuestro beisbol es menos apocalíptico, pero igual de preocupante. Cada año que pasa la LVBP, y el resto de sus pares en el Caribe y México, sufren las ausencias de sus principales figuras en las mayores, e incluso de los que están en proceso de formación en las granjas de MLB, o las van perdiendo a medida que avanza el exigente calendario de invierno hasta llegar a la postemporada. Ramos ­que intentará ganarse un puesto con los Nacionales en la primavera­ fue apenas uno de los cinco criollos incluidos en roster de 40, que aparecieron en los siete choques entre Caribes y Tigres. El resto estuvo encabezado por Jonathan Herrera (Rockies), Héctor Giménez (Dodgers), Oscar Salazar (Padres) y Eduardo Sánchez (Cardenales). Ninguno ha jugado una temporada completa en las mayores. Sánchez apenas asiste por segundo año a un spring training, como protegido.
Los otros ocho que viajarán a la primavera de la gran carpa aparecen como invitados: Alexi Amarista (Ángeles), Yorman Bazardo (Mellizos), Endy Chávez (Rangers), Raúl Chávez (Mets), Jesús Guzmán (Padres), Wilfredo Ledezma (Azulejos), Gustavo Molina (Yanquis) y Yohan Pino (Indios). El grupo representa apenas el 20% de la lista activa de 64 peloteros que jugaron en la final, 32 por club.
En el anterior enfrentamiento por el título entre Anzoátegui y Aragua, hace apenas siete años, la diferencia fue notable. Actuaron Miguel Cabrera, que venía de ganar la Serie Mundial con Florida en su año de novato; Magglio Ordóñez, figura de los Medias Blancas; Carlos Silva, un confiable relevista de Filadelfia; Endy Chávez, titular con los Expos, y Juan Rivera, suplente de Montreal; Luis González, que acababa de ser tomado en el draft de la regla 5 por Colorado; los prospectos Omar Infante y Alberto Callaspo. Casi el 60% de ambas nóminas estuvo presente en los entrenamientos de 2004.
En febrero del año pasado, Juan Puello Herrera, presidente de la Confederación del Caribe, no se anduvo con rodeos cuando se le interrogó sobre el tema. “Olvídense de los grandes nombres. No van a venir por muchas razones”, dijo el dominicano a propósito de una Serie del Caribe huérfana de atractivos. “No podemos etiquetar nuestro éxito o fracaso por los peloteros que están aquí. Nuestras estrellas son los jóvenes. Ese es el futuro del beisbol en el Caribe”.
Carlos Ríos, gerente deportivo de Anzoátegui, admitió que antes de iniciarse la temporada hizo planes con Carlos Zambrano, Carlos Silva, Ordóñez, Infante y José Tábata. Todos se evaporaron.
Tábata fue el único que logró uniformarse, luego de un largo proceso de negociaciones con Pittsburgh, y sólo pudo actuar en 14 partidos. El jardinero apenas es un recluta en la gran carpa. “La próxima campaña pensamos armar una rotación que incluya a José Álvarez y Eduardo Figueroa”, señaló Ríos. Álvarez y Figueroa fueron figuras del joven cuerpo monticular de la tribu este año. Ninguno tiene experiencia más allá de clase A.
César Ciurcina, el abridor de Aragua en el séptimo juego de la final, lanzó en la filial de novatos de Minnesota en el verano anterior. “Vamos a proponer revisar algunas interpretaciones erróneas del Acuerdo Invernal”, comentó José Grasso Vecchio, presidente de la LVBP.
Pero los circuitos caribeños deberán acostumbrarse a su camisa de fuerza. Moverse un poco para que los brazos no se entumezcan y, como Neo, adaptarse para sobrevivir.

Esta columna apareció publicada en el diario El Nacional el  31 de enero de 2011

En un juego la vida



Hoy se disputará el séptimo y último juego de la final, porque los Tigres derrotaron ayer 4 carreras por 1 a los Caribes. El novato César Ciurcina abrirá por Aragua y Anzoátegui quizás vaya desde el vamos con su bullpen

Sólo un juego para definir un campeonato. Sólo un juego para decidir cuál fue el mejor equipo entre octubre y enero.
Un juego para reír o llorar, que decidirá al representante de Venezuela en la Serie del Caribe y sumirá en el olvido al equipo subcampeón. Tal será el duelo que se disputará hoy en el estadio "Chico" Carrasquel, gracias al férreo relevo con que ayer los Tigres amarraron a los Caribes en el sexto encuentro de la final.
Luis Maza disparó un jonrón de dos carreras en el primer episodio y evitó la rayita del empate con un engarce de feria en el cuarto, lanzándose de cabeza hacia el fondo del abanico, para salvar al abridor Walter Silva y ayudar a los experimentados relevistas de Aragua a transitar casi seis actos sin daño, en la victoria sobre Anzoátegui 4 por 1, que anoche dejó igualada la serie decisiva.
Los bengalíes, que prometieron ganar esta noche si se imponían en el sexto, irán con el novato César Ciurcina con tres días de descanso y el fresco recuerdo de haber barrido como visitantes al Caracas en circunstancias similares, dos años atrás.
“No tengo presión ni nervios, quiero lanzar”, reiteró Ciurcina. “Será el juego más importante de mi carrera y quiero estar allí”.
El veterano zurdo Alex Herrera pidió la pelota, pero el manager Julio Franco sopesa otras opciones y parece inclinarse por José Álvarez, quien también tiene tres jornadas de descanso. Para contener a los felinos irá con un bullpen extenuado, que ha recorrido 34.1 entradas en los seis choques que van hasta ahora.
Al menos Manny Ayala le dio un respiro, a pesar de la derrota. Luego del jonrón de Maza, enderezó las cargas y completó cinco tramos, cumpliendo la palabra empeñada el viernes, cuando prometió un último esfuerzo para la causa tribal.
Silva estuvo tambaleante hasta el cuarto. Permitió triple de Endy Chávez y doble de Alexi Amarista para la única de los indígenas al inicio, pero se apoyó en su defensa y en la impaciencia de los rivales para sobrevivir, a pesar de un exceso de pitcheos. El mexicano fue relevado por Carlos Vásquez, Órber Moreno, Víctor Moreno y Francisco Buttó, a quienes sólo se les embasó un hombre de los 18 que enfrentaron.
La festiva muchedumbre que atestó el estadio oriental enmudeció al extinguirse las acciones. Hoy “todos estaremos disponibles, lanzará hasta el batboy”, proclamó Órber Moreno, mientras en la izquierda nadie se ofrecía a declarar.
Esta noche no habrá palabras. Será la hora de los grandes, pero sólo uno celebrará.

"Todos disponibles"
Raúl Chávez sólo le dio una instrucción a los relevistas de los Tigres: “Lancen strikes”. El resto lució fácil.
Carlos Vásquez, Orber Moreno, Víctor Moreno y Francisco Buttó se combinaron para retirar a 17 de los 18 hombres a los que enfrentaron, después de la salida del abridor Walter Silva, para asegurar el triunfo de Aragua.
“Llamé el juego haciendo énfasis en los pitcheos quebrados, para sacar de balance a la alineación de Caribes”, dijo receptor.
“Pudimos hacer los outs. Usé bastante mi sinker y ellos no tuvieron chance de hacerme daño”, abundó Orber Moreno, que se apuntó el triunfo con dos entradas perfectas de labor.
En la víspera, el confiable bullpen de Aragua había sido aporreado por los bates de Anzoátegui. “Hoy cambió todo. Hicimos el trabajo. Ya no hay mañana. Estaremos todos disponibles en el séptimo juego”, puntualizó Moreno.
Hernán Iribarren fue el catalizar de la ofensiva como primer bate. Se embasó en cuatro de sus cinco turnos, tres por boleto, y anotó dos de las cuatro carreras de los Tigres. “He trabajado en ser más paciente en el plato y eso me ha ayudó a mantenerme en circulación”.
"Mañana (hoy) vamos a buscar un triunfo y luego celebraremos en Maracay”, enfatizó Víctor Moreno.
Alexander Mendoza


Esta nota apareció publicada en el diario El Nacional el 30 de enero de 2011

sábado, 29 de enero de 2011

Carlos Ríos: "Caribes tiene un futuro brillante"


El gerente deportivo de la tribu trabaja para consolidar las bases del club. Asegura que Anzoátegui cuenta con talento suficiente para seguir creciendo

Carlos Ríos se interesó en el proyecto que le presentó Samuel Moscatel, gerente general de Caribes, antes de iniciarse la campaña 2010-2011, porque era un reto importante en su carrera.
El equipo venía de terminar último en la contienda anterior y exhibía un registro de 50-76 en dos campañas, el peor de la liga durante ese lapso, con graves problemas en el clubhouse, que influyeron en los resultados negativos. El cargo de gerente deportivo estaba vacante y era necesario revitalizar la relación con los peloteros.
“Estaba casi retirado del beisbol, pero me interesó formar parte de lo que se estaba gestando”, dijo el experimentado scout boricua, que aceptó la propuesta de unirse al tren ejecutivo de Anzoátegui a mediados del año pasado.
“El señor Moscatel habló conmigo y me dijo que necesitaba ayuda. Así me adentré en una propuesta con muchas expectativas de cambio, de transformación. Entendía que iba a ser un trabajo a largo plazo y desde los entrenamientos en Guacara (complejo deportivo de Venoco), a mediados de septiembre, empezamos algo diferente. Ese tiempo que pasamos allí nos ayudó mucho y, en mi caso, sirvió para conocer un poco más la organización y los jugadores. Desde aquella primera práctica, fuera de casa porque el estadio (Alfonso Chico Carrasquel) se estaba refaccionando, hasta ahora, ha sido una experiencia fascinante”, destacó Ríos.
Los resultados superaron todo lo previsto durante la planificación. Caribes se levantó de sus escombros y anoche tenía la posibilidad de conseguir su primer título en 20 años de historia como franquicia, contra los Tigres de Aragua, la divisa que instauró una de las dinastías más dominantes que se conozcan en los anales de la LVBP.
“Nadie logró imaginárselo. Nos enfrentamos contra el quipo de la década con chance de derrotarlo”, enfatizó el ejecutivo. “Sólo teníamos que ganar la confianza de los peloteros, consolidar la gerencia y a partir de allí desarrollar este proyecto al máximo”.
En principio, Anzoátegui fue confeccionado con grandes nombres: Omar Infante, Magglio Ordóñez, Carlos Silva, Carlos Zambrano y José Tábata. Esos planes se evaporaron a medida que avanzaba la campaña.
“Tuvimos solamente a Tábata por 14 juegos. Pero a pesar de las altas y las bajas, las ausencias, los muchachos dijeron presente. Logramos traer a un grupo de importados que se comprometió con el club. Algunos permanecieron durante todo el año y fueron reconocidos entre los mejores del torneo, como en el caso de Andrew Baldwin. Un crédito del grupo, de toda la directiva”.
Los triunfos comenzaron a llegar y los fanáticos regresaron a las tribunas de un parque remozado. “Cuando se le pierde el respeto a la afición, cuando el fanático siente que no se está honrando su compromiso, se aleja. Nadie quiere participar en una causa perdedora. Ahora han visto que la gerencia se ha esmerado en hacer algo diferente y los triunfos llegaron. Por eso están allí”.

Ramón Ramírez inspiró a la tribu



La sólida labor del aragüeño le permitió a Caribes mantenerse en el partido y esperar la reacción de la ofensiva

Caribes de Anzoátegui pudo levantarse de una derrota humillante en la víspera y mostró su mejor rostro para ganar uno de los partidos más importantes en su historia de 20 años como franquicia.
Ramón Ramírez se repuso de su peor apertura en la campaña y tiró poco más de cinco sólidos innings y el apagado Alexi Amarista inició la sublevación de la tribu en el octavo inning, que llevó a los orientales a ponerse en ventaja en la final 3-2, tras un triunfo 8-7 en el quinto desafío de la serie.
El segunda base, que exhibía un anémico promedio de .176 al comenzar la jornada, al fin pudo ser paciente en el plato y negoció un boleto, con un out en el octavo. Luego se metió hasta la segunda almohadilla en una jugada de pisa y corre, después de un largo elevado de César Suárez al jardín izquierdo. Y más tarde anotó con un hit de Josh Kroeger que igualó el encuentro 1-1 y abrió el grifo a un torrente de cuatro anotaciones, que le dieron a la tribu una ventaja que nunca perdió.
“(Lastings) Milledge se durmió y Amarista llegó a segunda. Esa fue la clave del juego. Luego la ofensiva sacó la cara y logramos hacer las carreras necesarias para respaldar el gran trabajo del pitcheo”, dijo el manager Julio Franco.
Ramírez había logrado mantener a raya a un equipo que un día antes anotó 16 veces con 14 imparables.
“Estaba lanzando la bola en la zona baja. Todos mis pitcheos (recta, sinker, slider y cambio) los pude colocar donde quise y sacar a los bateadores de paso”, dijo el derecho aragüeño. “Desde que tuve la primera salida de la temporada hasta ahora, he estado preparado para un juego como este”.
Ramírez aisló cinco inatrapables y una carrera en su trabajo, pero golpeó a Alex Romero en el inicio del sexto y luego de sacar el primer out, Franco le quitó la pelota.
“Quería seguir”, confesó el dominicano. “Es un competidor y lo entiendo, pero tenía 90 pitcheos. Era el momento de sacarlo”.
Ramírez no deseaba irse. “Estar en una final es lo mejor que me ha pasado en la vida. Le dije que podía tirar hasta 120 pitcheos, que debía confiar en mi capacidad para terminar la entrada. No quiso y, bueno, lo importante es que al final las cosas salieron bien”.
“Ese es el espíritu de estos muchachos. Creo que por eso derrotamos hoy al Aragua, un club aguerrido, difícil en su casa. Ganar en Maracay ha sido tremendo, cuando nadie creía que íbamos a llegar hasta aquí”, señaló Franco.
Antes del encuentro, la ofensiva de los orientales apenas ligaba .141 (64-9) en los dos primeros desafíos en el José Pérez Colmenares. La jugada agresiva de Amarista ayudó a sacudirse ese letargo y un jonrón de Luis Jiménez coronó el racimo de cuatro.
“No es cuestión de suerte. Hoy esperamos que los pitchers de Aragua fallaran la localización de sus envíos. Eso fue lo que hice contra (Yohan) Pino. Esperé una recta en 3-2, y pude sacarlo. Esta vez su bullpen no pudo”, explicó Jiménez.
Suárez, otro de los bates fríos de Caribes, sacó la pelota en el noveno, en una entrada de otras cuatro anotaciones y le dio la suficiente ventaja al bullpen indígena para aguantar la arremetida de Aragua, que fabricó cinco rayitas en el cierre del capítulo.
“Fue un inning loco”, confesó Jiménez, que suma ocho empujadas en la final. “Pero nunca decaímos y logramos asegurar el partido”.
Desde esta noche, Caribes intentará conseguir su primer título.

Esta nota apareció publicada en el diario El Nacional el 29 de enero de 2011

Bateadores de Anzoátegui deben ser más pacientes



El coach de bateo Lipso Nava piensa que la ansiedad puede estar afectando a la alineación del club oriental

Caribes de Anzoátegui armó una ofensiva temible con la inclusión de Josh Kroeger y Luis Jiménez, pero desde que la final se mudó al José Pérez Colmenares, su producción no ha sido la misma de los primeros dos partidos.


Los batazos empezaron a conseguir guantes en su camino y el martes encajaron un blanqueo. El promedio bajó de .303 (66-20) a sólo .141 (64-9) en Maracay. Anoche intentaban retomar el ritmo que exhibieron en Puerto La Cruz.


“No creo haya una razón o una diferencia marcada en las dos sedes. Aunque es obvio que en Puerto La Cruz la bola corre más. Simplemente, creo que tiene que ver con los ajustes durante el juego”, dijo Kroger, que ha sido el bate más consistente en la alineación del manager Julio Franco, con una sólido línea de producción (.300/.467/.600).


“Tenemos que ser más disciplinados en la selección de pitcheos”, afirmó Lipso Nava, coach de bateo de los orientales. “Nos estamos yendo con pitcheos demasiados malos en conteos para bateadores. Debemos ser más selectivos. Tenemos que obligar a los lanzadores de Aragua a tirar la bola en la zona que nos favorece”.

Un momento clave en la serie se produjo en el primer inning del tercer encuentro, cuando Harvey García embasó a tres rivales por boletos, sin outs, y Anzoátegui sólo pudo anotar una vez.

“Tienen que ir al plato con un plan. Tener consciencia de la situación de juego y mantener la consistencia. Con hombres en bases hemos fallado en exceso (han dejado 23 corredores atascados en las almohadillas, 12 de ellos en posición de anotar). Imagínate poder sacar una base por bolas en esa situación. A Harvey García lo hicimos pitcher”, puntualizó Nava.


Al día siguiente Rosman García estuvo intraficable y Caribes se encontró abajo 8-0 en el segundo capítulo, camino a una derrota 16-0.


“Cuando un lanzador viene de esa manera es poco lo que puedes hacer”, señaló Jiménez. “Rosman estaba trabajando todos sus pitcheos a la perfección. Mi conexión más fuerte fue con el bate partido (la pelota llegó a la zona de seguridad). Cuando eso ocurre es porque le diste mal a la bola. No hay otra explicación. Crédito a García”.


Nava está de acuerdo, pero insistió en mantener el enfoque. Con lo inestable del pitcheo de la tribu, el club necesita apoyarse en sus toteleros.


“Ese partido del blanqueo es parte del beisbol, simplemente pasó. Pero no podemos salirnos de la zona donde nosotros podemos ser consistentes. Si ayudamos a los lanzadores rivales, la ventaja será de los Tigres”.


Alexi Amarista, el hombre que con su bate empujó a Caribes a la postemporada, amaneció el viernes con .176 (17-3) de average y un OPB de .222.


“Amarista no ha sido consistente con la manera como ha ido a batear durante toda la temporada. Ha hecho swing al primer pitcheo, cuando su juego es conseguir conteos altos. Debe aprovechar sus habilidades y no tratar de dar batazos largos todo el tiempo”, explicó Nava. “Con la adición de Kroeger y Jiménez se alivia la carga sobre él. Debe aprovechar esa situación”.
 También será importante que la parte baja del orden se embase.

“Amarista produjo en la eliminatoria porque séptimo, octavo y noveno lograron embasarse. Es otro punto a mejorar. Claro, lo importante es que es un alineación muy capaz, que puede revertir el mal momento”.


Esta nota apareció publicada en el diario El Nacional el 29 de enero de 2011

viernes, 28 de enero de 2011

La ofensiva estuvo detrás de Rosman García



El derecho completó su salida más larga en dos años y volvió a ser clave en la postemporada

Rosman García subió al montículo con la misión de darle “tres o cuatro buenos innings” a los Tigres y mantener el juego pequeño, para luego darle paso al bullpen. Sólo que su actuación superó las expectativas y el derecho terminó lanzando seis sólidas entradas en las que aisló tres hits, su salida más prolongada en dos años.
El resto estuvo a cargo de la ofensiva de sus compañeros que apabullaron 16-0 a Caribes y nivelaron la serie final 2-2.
“Comencé agresivo, siempre encima de los bateadores. Ese era mi plan de trabajo. Después el equipo tomó una ventaja tempranera y eso contribuyó a que mi actuación se alargara un poco más. Me sentí mucho más cómodo y me limité a tirar la bola por ahí”, explicó García, que no sumaba al menos cinco entradas en una salida desde el 1° de noviembre de 2008.
“Creo que estoy en un buen momento, como todo el equipo”, agregó el maracayero, que ponchó a cuatro y apenas regaló un boleto.
El manager Buddy Bailey, que ya había usado a García como abridor de emergencia en el partido extra contra Caracas, destacó el trabajo de su lanzador. “Nos dio exactamente lo que necesitamos. Ahora tenemos a los relevistas más frescos, en una serie que de aquí en adelante se jugará al mejor de tres encuentros”.
Alex Romero, sin hits en sus primeros 13 turnos, golpeó de 5-2, incluido un cuadrangular de dos anotaciones que coronó el racimo de ocho que produjo Aragua en el segundo episodio.
“El beisbol es impredecible. Hoy no hice nada diferente, sólo me ajusté mejor a los pitcheos. Simplemente no había podido ligar”, dijo el marabino.
“Cuando conectas 14 hits y haces 16 carreras, todos contribuyen. Es un buen signo”, abundó Bailey.
“Tenemos que seguir jugando, pero ya hemos estado en situaciones como esta y hemos conseguido el título”, enfatizó Romero.

“Serie cero-cero”
El segundo inning pareció sepultar el ánimo en el dugout de Caribes. El 8-0 se erigió como un gran muro alrededor de los visitantes.
Las cosas nunca mejoraron y la derrota rozó la humillación. Anzoátegui, sin reacción posible, vio cómo se le escapaba la ventaja de 2-0 con la que salieron de Puerto La Cruz. “Sabíamos que no iba a ser fácil”, dijo Carlos Ríos, gerente deportivo de la tribu, el único representante de los orientales que estuvo disponible después del partido para hablar con la prensa. “Era difícil venir aquí, ganar un par de juegos y regresar a casa. El peor escenario conseguir un triunfo aquí y todavía estamos en posición de hacerlo. La serie ahora está cero a cero”.

Esta nota apareció publicada en el diario El Nacional el 28 de enero de 2011

Mike Álvarez no se preocupa por el pitcheo oriental



El coach aspira a reducir la incertidumbre a medida que avance la serie final

Mike Álvarez ha estado ordenando a diario el rompecabezas en que se ha convertido el pitcheo de Caribes. El coach ha tenido que echar mano de las piezas de acuerdo a las situaciones que se le han presentado durante los partidos y encajarlas en el lugar adecuado.
Ayer se mostró optimista con relación a lo que podría ocurrir con el manejo de sus lanzadores a partir de hoy y, de alguna manera, reducir la incertidumbre que creó en la víspera cuando no se atrevió a revelar al lanzador del cuarto partido (Eduardo Figueroa).
“Sabíamos que en el cuarto juego podría ocurrir algo como eso. Íbamos a depender del bullpen”, confesó Álvarez, que vio desfilar a nueve lanzadores en cada uno de los primeros dos partidos de la instancia decisiva, después de que sus iniciadores no pudieran pasar del segundo capítulo.
“Siempre esperas que tu abridor lance entre 6 y 7 entradas. Eso ocurrió durante buena parte de la temporada, cuando teníamos a (Andrew) Baldwin y (Steve) Bray. Pero ya no están aquí y nos tocó así en la final”.
Hasta el miércoles, José Álvarez era el único iniciador del Clásico de Enero con al menos cinco capítulos de labor en un desafío, pero Anzoátegui no lo aprovechó. Su bullpen se desmoronó a partir del séptimo inning y Aragua reaccionó para lograr su primer triunfo.
“Álvarez pudo haber ido un poco más lejos, pero apenas tiene 21 años y tenemos que ser cautelosos con su brazo. Sin embargo, con el día de descanso (martes) y esa labor de José, nuestros relevistas están descansados. Fue lo positivo de esa derrota”.
Hoy regresará al montículo Ramón Ramírez, que fue uno de sus abridores más confiables, y el sábado, si es necesario, irá Manny Ayala, que intenta recuperarse de una tendinitis en el codo derecho.
“Ramírez sólo tuvo una mala salida. Ayala soltó a 75 pies y está bastante mejor. Si lo necesitamos será una buena pieza para el sexto encuentro. Si llegamos a un séptimo juego, ya tengo un nombre, pero todo dependerá de lo que ocurra antes. En todo caso seguimos confiando en los muchachos. Han respondido en cada situación difícil y cuando uno no puede hacer el trabajo, lo respalda otro y termina la entrada. Eso es lo que hace un grupo. No se trata de un solo hombre. Es lo que le ha dado resultados a (Buddy) Bailey (manager de Aragua) durante todo sus años en la liga. No estamos inventando nada”, destacó Álvarez.

Esta nota apareció publicada en el diario El Nacional el 28 de enero de 2011