Bob Abreu está tranquilo con los Dodgers y satisfecho de
responder a las expectativas del manager Don Mattingly. Atrás quedó el trago
amargo con los Ángeles
Fue un cambio radical, que nunca imaginó el aragüeño cuando
comenzó a entrenarse durante la primavera.
"El tercer bate de esta alineación es Matt Kemp, pero
si me necesitan debo hacer las cosas de la manera correcta", aseguró el
jardinero al otro lado del teléfono.
Hace dos noches, Abreu se embasó las cuatro veces en las que
fue al plato, con tres boletos y un sencillo. Fue la vez número 48 en su
carrera en la que negocia al menos tres pasaportes y elevó a .367 el promedio
cuando el manager Don Mattingly escribe su nombre delante del cuarto bate Andre
Ethier.
"Quiero aportar donde me necesiten", insistió el
Comedulce, que ha estado jugando a diario por las lesiones que han marginado a
Kemp y Juan Rivera del roster activo.
Pero ambos están muy cerca de regresar y el rol de Abreu
sería otro.
Después de los problemas del novato Dee Gordon para
embasarse, Mattingly ha ensayado con Tony Gwynn Jr y Elián Herrera, otro
recluta, como abridores en el orden.
Abreu, por su disciplina en el plato, podría ser la
alternativa ideal. Ese lugar no le ha sido extraño en sus 17 años en las
mayores y ayer amaneció con un porcentaje de embasado de .435, el décimo más
alto de la Liga Nacional durante el mes de mayo.
"No hay ningún tipo de problema con eso. Si es de
primero, segundo, tercero, lo más importante es tener la participación en el
terreno. Me siento tranquilo".
Rivera comenzaba a atornillarse en el leftfield, antes de
romperse el tendón de la corva izquierda, y al regresar reclamará el lugar
donde ha estado apareciendo Abreu.
"No hay ningún problema", reiteró con aplomo.
"Juan es el titular, yo prácticamente tengo el rol de un cuarto
outfielder. Nos podrían alternar. Siempre voy a tener mis oportunidades de
jugar dos, tres y hasta cuatro veces por semana. No ha sido difícil compartir
el tiempo de juego. Estaríamos ahí los dos, dependiendo de las situaciones que
se presenten en los partidos. No creo que haya una competencia o un
conflicto".
Tranquilidad, cero complicaciones. Así asume Abreu su
pasantía por los Dodgers, luego del trago amargo con los Ángeles, que llegó a
borrarle su afable sonrisa durante algún tiempo.
"Me sentí un poco raro cuando llegué aquí, por las
circunstancias en las que salí de Anaheim. Era como decir: `guau, aquí
estoy". Primera vez en mi carrera que me pasaba algo así, quedar libre al
comienzo de temporada y después firmar con otro equipo. Pero cuando vi mi
nombre en el locker sentí una emoción de segundos. Claro, después te activas y
dices `hay que ponerle el mismo entusiasmo de siempre e intentar aprovechar
cada oportunidad’. Es lo que he hecho".
Nadie podría contradecirle.
Un viejo conocido
La presencia del manager Don Mattingly le facilitó las cosas
a Abreu.
El estratega fue coach de bateo y banca de los Yanquis,
cuando el venezolano fue regular en la Gran Manzana (2006-2007).
"Nos llevamos muy bien. Tenemos una gran empatía y
hasta el momento estoy cumpliendo con el trabajo que en encomendó. La relación
es muy buena. Es una persona muy directa y clara al momento de transmitir lo
que piensa. Eso siempre se respeta. Es la manera cómo me gusta trabajar. Me
explicó de inmediato cómo era la situación y cuál era mi rol".
Hola, Dodger Stadium
Bob Abreu comenzó la temporada con una modesta línea de
producción vitalicia en Dodger Stadium .227/.342/.340, en 44 partidos. Los
espacios de ese parque siempre le resultaron hostiles hasta que se mudó al que
ahora es su nuevo hogar a principios de mayo. Hasta el sábado ligaba
.400/.526/.500, con un extraordinario OPS de 1.026, en 11 desafíos.
"Siempre había venido al Dodger Stadium de visita. Ahora
estoy jugando como local.
Paso más tiempo aquí. Entonces uno puede empezar a ver
cuáles son las partes buenas para batear. Pienso que es la constancia del día a
día.
Empiezas a ubicar tus batazos mejor para que puedan pasar de
hit", explicó.
Esta
nota apareció publicada en el diario El Nacional el 27 de mayo de 2012
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