martes, 3 de diciembre de 2013

Rico Carty y el ritmo jonronero que baila Alex Cabrera


Hace casi medio siglo, el dominicano trazó un camino que ahora intenta seguir el slugger de los Tiburones de La Guaira


Alex Cabrera luce encaminado a una temporada histórica. Su ritmo ofensivo proyecta números inimaginables, cuando todavía restan cuatro semanas de la temporada regular.
El slugger de La Guaira no sólo amenaza con pulverizar el mítico récord de 20 jonrones que impuso Baudilio Díaz en la zafra 1979-80, sino con convertirse en el primer triple coronado en los anales de la LVBP.

Logros que colocarían su nombre entre marquesinas por el resto de su carrera y más allá. Aunque quizás lo más impresionante de su actuación sea la frecuencia con la que ha sacado la bola del parque. Hasta el fin de semana era de 8 turnos. Algo inimaginable hasta ahora, tomando en cuenta que también supera la marca del circuito, impuesta hace casi medio siglo.

Corría la zafra 1965-1966 y los Tigres de Aragua se encontraban perdidos en el sótano de la clasificación, tras arrancar con una cadena de 12 derrotas bajo el mando de José Antonio Casanova.

El 14 de noviembre los maracayeros lograron mejorar su récord a 4-16, tras derrotar 1-0 a Cardenales de Lara, el otro equipo de la primera expansión de la liga. El destino del club no cambiaría a partir de ese día, pero un importado, alineado como sexto en el orden, ligó un par de imparables en tres turnos y comenzó a labrar desde ese día una de las mejores campañas para extranjero alguno en el país.

“Son muchos los recuerdos de aquella época. Fue un gran momento, sin duda. Siempre he dicho que mi santo está en Venezuela porque cada vez que iba, escribía historia”, recuerda Ricardo “Rico” Carty, que en su debut con Aragua fue registrado como “Carthy” en los boxscores de la época, aunque en poco tiempo su nombre aparecería en las páginas deportivas de los diarios del país escrito de la manera correcta. 


Sus batazos comenzaron a ser noticia, más allá de la mediocre campaña de los felinos, que ese año terminaron últimos con balance de 18-42. En 34 encuentros, Carty sacudió 13 jonrones, una cifra que proyectada sobre el total de desafíos de los Tigres se disparaba a 23 vuelacercas. Sus conexiones de largo metraje fueron repartidos en 125 turnos, a razón de un estacazo de vuelta completa cada 9,62 visitas al plato. Una frecuencia que ningún otro pelotero había podido retar hasta este año, que el Samurái pretende convertir en inolvidable.

“Lo disfruté. No tengo palabras con qué describir lo que sentía y nunca podré agradecer el trato de los aficionados, de toda esa gente en Maracay. Fue una gran experiencia. Simplemente hacía contacto y la bola se iba. Siempre quise volver a jugar otra vez allá, pero las circunstancias lo impidieron”, señala Carty, que encabezó el departamento de vuelacercas, mientras que fue segundo en producidas (32) y exhibió promedio de .392.

Ese año la mayoría de los jugadores quisqueyanos tuvieron que emigrar a otras ligas del Caribe, tras la suspensión de su torneo como consecuencia de la invasión norteamericana a República Dominicana. La administración del presidente Lyndon B. Johnson ordenó la intervención el 28 de abril, después de iniciado un movimiento cívico-militar que derrocó al gobierno de facto encabezado por Donald Read Cabral, para reponer en el poder a Juan Bosch y regresar a la constitución de 1963. El conflicto, conocido como Guerra Civil Dominicana, concluyó en septiembre de ese año.

Félix Santana, segunda base regular de los Tigres y uno de los dominicanos contratados para jugar en LVBP, habló con Homero Díaz Osuna, presidente de Aragua, y le recomendó que contactara a Rico Carty, un bateador de fuerza que podría ayudar en la parte media de la alineación.

“Viajé hasta Santo Domingo para hablar con él. (El cubano) Bobby Maduro (miembro del Salón de la Fama Latino), que conseguía los permisos de los peloteros con los equipos de grandes ligas, me ayudó a convencerlo. El tipo sacaba la bola y podía ser una sensación. Llegamos a un acuerdo y me lo traje. Ahora forma parte de los grandes importados de los Tigres de aquella época. Allí están los registros”, recuerda el banquero Díaz Osuna, que a sus 80 años de edad, está retirado de las actividades ligadas al beisbol.

Carty, en ese instante un prometedor jardinero de 25 años, venía de una gran campaña como recluta con los Bravos de Milwaukee. En 133 encuentros había despachado 22 vuelacercas y remolcado 88 anotaciones, con una destacada línea de producción (.330/.388/.554) que le llevó a terminar segundo en la votación para el Novato del Año de la Liga Nacional, que encabezó el tercera base Dick Allen, de Filadelfia.    

“No jugamos pelota en mi país por los problemas políticos, así que acepté con mucho gusto ir a Venezuela y fue increíble. Recuerdo muy bien cuando salía en los periódicos: ‘Carty 2, La Guaira 1’. Así escribían los titulares. Y por cada jonrón me regalaban camisas (Eterna). El locutor Delio Amado León, un gran amigo, decía en las transmisiones ‘señores Carty se va a llevar todas las camisas’ (risas). Fue algo muy bueno”.

El cuerpo B de El Nacional destacó aquel partido en el que Carty descargó dos jonrones solitarios, contra Juan Campos y José “Carrao” Bracho para guiar a los Tigres a un triunfo 2-1, el 21 de enero de 1966.

Entre las víctimas del poder del dominicano también figuraron varios de los mejores lanzadores de la campaña, entre ellos Isaís “Látigo” Chávez y Lew Krausse.

“No era fácil. En aquel tiempo la calidad de esos beisbolistas era tremenda. Fíjate quiénes jugaban allá: (Luis) Aparicio, (César) Tovar, (Víctor) Davalillo, Dámaso Blanco, (Isaías) Látigo Chávez, un gran prospecto, con un gran porvenir. Lamenté mucho su tragedia... Bueno y Carrao Bracho, que ya estaba en la parte final de su carrera, pero que era un tipo dominante”, rememora Carty.

El mejor de los bateadores

“La primera vez que vi a Carty fue en 1962”, señala Dámaso Blanco, que desde hace casi cuatro décadas es un reputado comentarista de radio y televisión. “En la Liga del Norte (clase B), él jugaba para el Yakima y yo estaba con el Eugene Emeralds (filial de San Francisco). Se molestaba sino le daba a la bola. Jugaba en la receptoría. Cuando vino con los Tigres ya era una figura y dio ese poco de palos en un ratico”.

Carty pudo jugar algunos partidos más de los 34 en los que participó, pero una lesión lo sacó de acción entre el 23 de diciembre de 1965 y el 3 de enero de 1966. En 11 encuentros sacó la bola y en dos de ellos lo hizo en par de ocasiones.

“El principal rasgo de Carty, por el que siempre es recordado, era su personalidad y la seguridad que tenía”, precisa el periodista Rubén Mijares. “Pensaba que era el mejor bateador del mundo y hubo un momento en el que llegó a ratificarlo cuando en 1970 fue campeón de bateo de la Nacional con .366, después de sufrir tuberculosis dos campañas antes”.

Ese promedio del nativo de San Pedro de Macorís fue el mejor de todas las mayores y el más alto desde el .388 que consiguió Ted Williams en 1957. En ese año, Carty fue seleccionado para el Juego de Estrellas y finalizó décimo en la elección para considerar al Jugador Más Valioso del viejo circuito.

“Pude hablar con Rico en los entrenamientos de primavera de ese año”, prosigue Mijares. “Con los Bravos se iba a estrenar Orlando Cepeda, en un lineup que ya contaba con Hank Aaron. Un gran equipo. Pero Carty siempre se ufanaba de su ofensiva, siempre estaba muy orgulloso y hacía chistes sobre los pitchers que querían pasarlo con una recta o que protestaban porque no les cantaban un pitcheo afuera y después tenían que venir por ahí”.

Antes de su gran campaña con los Bravos, Carty regresó al país en febrero con Licey, para jugar en Caracas la Serie del Caribe, que se reanudaba después de 10 años y que ganó el Magallanes. Pero sería siete campañas más tarde cuando volvió a sorprender a todos con su poder en el clásico caribeño.

“Tenía un santo allá. No me canso de decirlo. Saqué cinco jonrones y rompí el récord de Willard Brown (4, establecido en 1953), pasaron más de 20 años y ganamos la serie (con Licey). Todo salió perfecto. No podían pararme”, afirmó Carty, que en tres clásicos caribeños disparó 25 hits en 73 turnos, para promedio de .342, con siete cuadrangulares y 18 remolcadas, en 20 desafíos. Números que le llevaron al Pabellón de la Fama del torneo en 1996.

“En todos los estadios en los que jugaba, era motivo de comentarios entre jugadores por la distancia de sus batazos. Siempre con una gran sonrisa en el rostro, era protagonistas de chácharas. Parecía que nunca se molestaba. Una persona excepcional”, abunda Mijares.
Carty jugó en Venezuela por primera vez en la época de los interligas entre las zafras 1963-64 y 1964-65 con Estrellas Orientales, el equipo con el que firmó como profesional en República Dominicana.

“Me gustaría regresar, pero por mis rodillas no puedo jugar (risas)”, bromea Carty, de 74 años de edad. “Iría como fanático, para recordar aquella época y saludar a los viejos amigos”.
Seguro encontrará a varios camaradas, que no han olvidado su sonrisa y, sobretodo, sus laberínticas conexiones, ahora que el nombre de Cabrera suele aparecer junto al suyo.


*Texto contextualizado y corregido sobre la base de una entrevista a Rico Carty realizada en 2011.

Esta nota apareció publicada en el portal Letrasdeporte el 3 de Diciembre de 2013

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