lunes, 23 de enero de 2012

La Guaira esperó 25 años para volver a una final


El club litoralense consiguió el boleto para enfrentar a los Tigres en una maratónica jornada que terminó en la madrugada del lunes
 
La Guaira apeló a su temible ofensiva para poner fin a un cuarto de siglo de ilusiones truncadas y alcanzar la anhelada final que esperaba su fiel afición. Pero antes de alzar los brazos para celebrar debió sortear una jornada de desempate que se definió en la madrugada del lunes, con un aplastante triunfo 16-1 contra el Magallanes.

Los Tiburones comenzaron la semifinal con amplios favoritos pero su rendimiento sólo alcanzó para compartir el segundo lugar de la clasificación con el mismo récord de Navegantes y Caribes (9-7). Entonces volvieron a aparecer nubarrones en horizonte. Sólo que pronto se despejaría el panorama.
Los valencianos llegaron al compromiso tras luchar durante 11 entradas para derrotar 6-5 a Anzoátegui, el campeón defensor, a primera hora en el estadio Universitario. 
El empuje de ese encuentro parecía encaminarlos a su segundo Clásico de Enero en tres años. Incluso se fueron arriba en el primer inning 1-0, gracias a hit impulsor del cubano Adonis García.
La Guaira tenía otros planes. Acribillaron al abridor filibustero Jake Steven con 4 anotaciones en el cierre del primer capítulo.
Un jonrón de Luis Rodríguez, con Luis Jiménez en circulación, alejó el marcador 6-1. Luego en el sexto la batería dio vuelta e impuso una marca para un playoffs de imparables con ocho, incluido un dantesco cuadrangular de Alex Cabrera, que aumentaron la diferencia a 12-1.
De allí en adelante no volvió a tener sentido seguir contando los proyectiles guairistas que hacían blanco en el indefenso navío. Daba lo mismo cualquiera de los 21 indiscutibles para los casi 15 mil aficionados que acudieron a la extenuante cita. La fiesta, animada con ritmo de samba, igual celebraba un sencillo que un batazo de cuatro bases. 
La última vez que los litoralenses asistieron a la serie por el campeonato de la LVBP, en la campaña 1986-1987, Héctor Sánchez, José Martínez y Miguel Rojas, tres de sus figuras emergentes, no habían nacido y el manager Marco Davalillo apenas era un joven de 19 años, que admiraba la exitosa carrera de su padre Pompeyo, uno de los estrategas más respetados del circuito.
Era la época de La Guerrilla. Ahora nace una promesa con el mismo espíritu combativo.


                                          Esta nota apareció publicada en el diario El Nacional el 23 de enero de 2012

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